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Una conversación de estas exige lentitud, proviene de la cita célebre de las Confesiones de san Agustín:
Sabemos que estamos hechos de tiempo, de edades, de cronometras visibles e invisibles, de estaciones... Sabemos que el tiempo es la arcilla de la vida.
Desde el inconmensurable océano a la corriente sucinta, desde la minúscula piedra a la elevada roca, desde la planta solidaria al vasto bosque, todo tiene en el tiempo una clave indispensable.
También nosotros somos modelados y labrados, instante a instante, por los instrumentos del tiempo. A veces de una manera tan delicada que no sentimos cómo este, irreversiblemente, se desliza dentro y fuera de nosotros.
A veces, nos atormenta claramente su voracidad, haciéndonos sentir perdidos en su vértigo.
¿Qué es pues el tiempo?
Decimos, al repetir un proverbio que los latinos ya usaban, que el tiempo vuela (tempus fugit).
De hecho, todo lo que es humano está hecho de tiempo, pero la experiencia que más veces nos ocurre es la de no tener tiempo.
"Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante", explicó el zorro al Principito. Hay una calidad de relación que sólo se obtiene en el tiempo compartido.
Por alguna razón, ese raro maestro de la humanidad llamado Jesús, dijo:
Si alguien te pide que lo acompañes una milla, anda con él dos.
Tiempo de calidad
Sólo con el tiempo descubrimos el sentido y la importancia de nuestro caminar al lado de los otros, como el de nuestra caminata interior.
Sin tiempo nos volvemos desconocidos. Sin tiempo hablamos, pero no escuchamos. Repetimos, pero no inventamos. Consumimos, pero no saboreamos.
Es verdad que incluso en un rápido renacimiento se pueden alcanzar muchas cosas, pero normalmente se nos escapan los detalles. Y Dios habita en el detalle.
Me gusta mucho el Poema del Tiempo que viene en el libro del Eclesiastés (Ec 3, 1-8), pues nos expone la conciencia de que el tiempo es un arte que realmente poseemos y que estamos llamados a desarrollar con sabiduría.
No es verdad que no tenemos tiempo. Nuestra vida está llena de tiempo. Necesitamos identificar los detalles y tratarlos, como quien cuida de un tesoro.
No es la cantidad de tiempo lo más determinante. Es importante preguntarse lo que hacemos con el tiempo e invertir ahí la materia de nuestros sueños.
Una cita de la Biblia sobre el tiempo
Todo tiene su momento oportuno;
hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:
un tiempo para nacer,
y un tiempo para morir;
un tiempo para plantar,
y un tiempo para cosechar;
un tiempo para matar,
y un tiempo para sanar;
un tiempo para destruir,
y un tiempo para construir;
un tiempo para llorar,
y un tiempo para reír;
un tiempo para estar de luto,
y un tiempo para saltar de gusto;
un tiempo para esparcir piedras,
y un tiempo para recogerlas;
un tiempo para abrazarse,
y un tiempo para despedirse;
un tiempo para intentar,
y un tiempo para desistir;
un tiempo para guardar,
y un tiempo para desechar;
un tiempo para rasgar,
y un tiempo para coser;
un tiempo para callar,
y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar,
y un tiempo para odiar;
un tiempo para la guerra,
y un tiempo para la paz.
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Texto del cardenal José Tolentino Mendonça, prefecto del dicasterio para la Cultura y la Educación, teólogo, poeta y profesor.