Los amantes de los muertos vivientes eligieron el día que nació su creador, George A. Romero, para celebrar una cosa tan ridícula, como divertida, desagradable y al mismo tiempo trascendental: Los zombis
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Muchos se preguntarán qué sentido puede tener celebrar algo tan estúpido como los zombis. No se equivocan, la cuestión merece preguntársela. En realidad, eso del “orgullo zombi” no es más que algo así como el “orgullo friki” (que se celebra el 25 de mayo), una fecha para reivindicar el derecho que uno tiene a sentirse identificado con cualquier cosa, por absurda, fea, estúpida y ridícula que sea. Supongo que será por aquello de la libertad.
El zombi, por su naturaleza y por su origen y hasta por su historia, es una especie de radicalización del sentimiento friki. Hasta hace bien poco, sus películas se limitaban a la periferia de la industria porque resultaban demasiado sangrientas y demasiado explícitas como para exhibirlas en cines comerciales como un Batman cualquiera.
De hecho, desde que Romero los concibió (adulterando la figura del zombi clásico originario de la religión vudú) en 1968 en la película La noche de los muertos vivientes hasta el estreno casi simultáneo en 2002 de 28 días después y Resident Evil, las películas de zombis nunca se habían estrenado en circuitos de cine convencionales.
Resulta curioso que el cine de zombis hiciera su aparición en Hollywood solo unos meses después de el 11-S. Siempre se ha visto una conexión entre una cosa y otra. La desesperanza y la sensación de hecatombe a escala mundial que provocaron los ataques de Nueva York no se diferenciaban demasiado de las sensaciones que experimentaban los personajes de una película de muertos vivientes.
Después llegaría Amanecer de los muertos, otro éxito imprevisto que además rememoraba la película Zombi, del maestro Romero. A partir de entonces todo fueron éxitos, luego llegaron The Walking Dead y finalmente Guerra mundial Z, una película, mal que le pese a algunos, que pasará a la historia por ser la primera superproducción de Hollywood de zombis.
Aunque a veces se han tratado de disfrazar de lo contrario, en realidad, en la mayoría de películas de muertos vivientes, los verdadero villanos eran los seres humanos. Acorde con el espíritu nihilista con el que nacieron, en los hombres no habita la esperanza cuando se ven rodeados de la muerte en vida.
Sin embargo, conforme se han ido desarrollando las historias de zombis a mí me parece que de lo que en realidad tratan es precisamente de lo contrario, de la búsqueda de la esperanza. O mejor, del intento por parte parte de algunos por no perder lo que nos hace humanos.
Algunas películas, y algunas series, si dejamos la sangre a un lado, nos pueden hablar del hombre y de lo que nos hace ser felices experiencias vitales. Porque cuando lo que nos rodea es podredumbre, la esperanza destaca aunque solo sea por contraste. Y de esto va, o por lo menos iba, por ejemplo, The Walking Dead.
Quizá no sea tan estúpido lo del orgullo zombi.