“Te estoy amando locamente pero no sé cómo te lo voy a decir. Quisiera que me comprendieras y sin darte cuenta te alejas de mí”.
Era el año 1974 y en el tocadiscos sonaba el vinilo de Las Grecas, un dúo de muchachas gitanas bellísimas que tenían 19 y 20 años.
Eran Carmen y Tina, unas voces espléndidas que en cinco semanas lograron vender 500.000 copias, algo impensable en la década de los 70.
Su ritmo a medio camino entre el flamenco, el rock y el pop irrumpió a la velocidad del rayo y la pasión. Eran las abanderadas del gipsy rocky el sueño de muchas jóvenes que como ellas se criaban en el extrarradio.
El éxito duró tres años, porque su manager les estafó y todo se vino abajo. Pero no solo fue eso: era la época dura de la heroína, el hachís y la mezcla con el alcohol y los barbitúricos.
Lo que sigue es una historia de derrota y redención, que tuvo en Tina a su protagonista, una muñeca rota que acabó falleciendo el 30 de enero de 1995 víctima del sida en un centro de asistencia de Aranjuez, en la provincia de Madrid. Tenía 38 años.
Sin embargo, no siempre las derrotas son totales. A pesar de sus vaivenes y de la toxicomanía que arrastró desde los años de éxito, algo en su interior hizo que Tina considerara que la vida era lo más sagrado. Así que, a pesar de quedar embarazada cuatro veces (una de ellas de mellizas), nunca consideró el aborto como una opción.
Fruto de aquellas decisiones de seguir adelante con cada bebé, hoy existen en el mundo cinco mujeres que pueden reconocerse como hermanas y que elogian a su madre por haberles dado la vida.
El diario español ABC ha publicado recientemente su historia, tras encontrarse con una de las hijas, Marta. El relato es conmovedor y hace pensar que incluso de las situaciones peores sale algo bueno. En este caso, muy bueno, porque fueron cinco criaturas.
Tina tuvo a Saray, su primera hija, en 1975 como fruto de su relación con un hombre de etnia gitana como ella. Le puso sus dos apellidos: Muñoz Barrull.
En 1979, cuando Las Grecas ya iban a menos y estaban a punto de disolverse, con escasos bolos en fiestas mayores y poco que llevarse a la boca, Tina tuvo una relación con un hombre venezolano y quedó embarazada. Nació entonces Tamara, que también lleva sus dos apellidos.
Tres hijas más dadas en adopción
En torno a 1980, el dúo Las Grecas se disuelve definitivamente. Tina vuelve a quedarse embarazada del mismo hombre venezolano. Esta vez llegarán las mellizas Tania y Siria.
Tina se ve desbordada por la situación y al nacer, las niñas son dadas en acogida en una casa cuna. Las bebés pasarán a llamarse desde entonces Marta y María, y no sabrán quién es su madre biológica hasta transcurridos muchos años…
Pero todavía ha de llegar una quinta hija, Alba, fruto de la relación con un hombre iraní. También fue dada en adopción y oficialmente desde entonces es Begoña.
Han tenido que transcurrir 30 años, hasta 2017, para que las hermanas se encontraran por primera vez. Ocurrió porque María, una de las mellizas, iba a casarse y pidió el certificado de bautismo. Fue entonces cuando descubrieron sus auténticos apellidos, Muñoz Barrull.
«Mi hermana y yo -explicó Marta a ABC- sabíamos la raza de la que proveníamos. También, que nuestra madre enfermó y falleció. Nunca quisimos sacarles el tema a nuestros padres (adoptivos), porque sabíamos lo mucho que les costaba». Sin embargo, aquella inquietud planeaba demasiado sobre ellas.
Localizando a las hermanas por Google y Facebook
Después de la boda, a finales de 2017, Marta un día se armó de valor y habló con su padre adoptivo. Comenzó a indagar por Google “y solo me aparecían Las Grecas”. A través de Facebook Marta localizó a Saray, quien le dijo que sabía que a las tres hermanas les faltaban unas mellizas.
El encuentro de cuatro de las cinco hermanas se produjo un inolvidable 16 de noviembre de 2017 en Madrid. Precisamente Saray, que es cantaora, había organizado un homenaje a Tina. Y no puedo ser un acto más especial.
«Como la necesidad y los años de búsqueda han sido tan intensos, en la misma proporción está el nivel de aceptación», cuenta Marta, quien recuerda el reencuentro con sus hermanas como un momento «complicado». «No sabía qué tipo de personas me iba a encontrar en el homenaje a Tina, pero lo que conocí superó mis expectativas». A Begoña la conocieron más tarde. Su tía Carmela, la otra integrante de Las Grecas, está feliz con el nuevo rumbo de la familia.
«Mis hermanas -dice Marta- son amorosisímas. Algunos familiares lloraban y no entendíamos por qué, ¡si no nos conocían! Pero ellos nunca nos habían olvidado».
“Es de admirar que siguiera adelante con los embarazos”
Acerca de la toma de decisiones de su madre, Marta -desde la madurez- la elogia sin fisuras: «Todo el mundo sabe quién era Tina de Las Grecas y lo que le ocurrió. Pero a las personas que están descansando hay que dejarlas descansar», explica.
«Y destaco algo muy positivo. Se puede pensar que tuvo embarazos a lo loco, pero hay que admirar que siguiera adelante con ellos. Desde arriba tiene que estar feliz, porque ha demostrado al mundo que aunque no fueron actos sensatos, sí fueron actos de amor y de valor. Y este es su mayor legado.”