Los obispos se movilizan para dar respuesta a cientos de miles de venezolanos. El acuerdo del Episcopado advierte que se trata de una crisis humanitaria “muy grave y compleja”. Santos anunció la suspensión de trámites de TMF.
Según cifras oficiales, son casi 700.000 los venezolanos que están en Colombia actualmente, producto de un éxodo masivo ocurrido en las últimas semanas, quienes viven “en situación de mucha precariedad”. Lo señala el director del Secretariado Nacional de Pastoral Social, Héctor Fabio Henao, quien brindó detalles de la descomunal movilización de la Iglesia Católica para brindar ayuda.
Henao es uno de los prelados que estará al frente de la campaña para obtener ayuda durante la Cuaresma a beneficio de los venezolanos. La medida es resultado de un acuerdo establecido por la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC), que “ha venido siguiendo con mucha preocupación la situación de miles y miles que han cruzado buscando protección”, según dijo en el programa de entrevistas “Pregunta Yamid”.
Detalló que muchos “vienen temporalmente a buscar comida y medicamentos o a cubrir sus citas médicas, pero hay también un porcentaje que se queda y vienen con necesidades enormes”. Por eso, “¡queremos movilizar la solidaridad de los colombianos!”.
La campaña integral consiste en una especial invitación a hacer donaciones y se realizará en todas las parroquias del país, adonde se han ido distribuyendo alcancías con el rostro del Papa Francisco, e incluye una frase del Pontífice.
“Los excluidos y los marginados son nuestros hermanos. Cada parroquia va a hacer esta colecta durante los 40 días de la Cuaresma hasta Semana Santa. Es una campaña anual; pero en este caso tiene como énfasis salir al encuentro de los hermanos que sufren viniendo desde Venezuela, quienes piden nuestra ayuda en casos muy concretos”.
Una invitación del Papa desde 2013
El obispo recordó que cuando el Papa estuvo en Lampedusa, la pequeña isla del sur de Sicilia célebre por el desembarco continuo de inmigrantes, hizo un llamado concreto de atención hacia los migrantes, en el sentido de que “no se les rechazara, de que se crearan mecanismos de inclusión en las sociedades”. Dijo igualmente que en Europa hay casos específicos con los migrantes que llegan desde Medio Oriente.
Sostuvo en este aspecto que “el llamado es a un reconocimiento de que hay una situación humanitaria muy grave. Y hay que identificar eso: que hay una situación humanitaria muy compleja que requiere de la solidaridad de todo el pueblo colombiano”.
“Como Iglesia –agregó- hacemos un llamado a que reconozcamos que de por medio hay vidas humanas y personas en situación de mucho sufrimiento”.
Los números serían particularmente más altos de los que reportan las autoridades colombianas, si se considera que la diáspora implica más de 4 millones y medio de venezolanos que estarían fuera de su nación en los últimos años. Y Colombia es el principal lugar de tránsito.
Aclara Henao que la cifra cercana a 700 mil “resulta de los puestos fronterizos oficiales”, los cuales registran a la “población que entra y no sale”; pero reveló que “hay más de 280 puestos de cruces de la frontera que no son oficiales”, por donde “entran legalmente pero lo hacen ‘de manera muy silenciosa”.
No obstante, el incremento es evidente. En junio de 2017 eran 300 mil, según cifras oficiales. Ahora registran más de 650 mil.
Cada caso es distinto
La situación es particularmente compleja, porque existe también un grupo grande de “colombianos retornados”. Se trata de víctimas de desplazamiento o amenazas: colombianos que estaban en Venezuela y ahora están regresando a su país de origen. La cifra es significativa.
Según los estimados del obispo, “entran al país unas 2.500 personas ‘retornadas’ a diario”. Y “hay mucho sub-registro” al respecto, lo que impide contar con estadísticas más precisas acerca de la realidad que se sufre a ambos lados de la frontera.
Hay otro grupo que corresponde al desplazamiento forzado, la mayoría de ellos con doble nacionalidad. También figuran los venezolanos solicitantes de asilo, que piden estadía argumentando serias amenazas contra su vida. Pero no todos van hacia Colombia, sino con la mirada puesta en Brasil, uno de los mayores receptores; o Estados Unidos.
Está un último sector, el más vulnerable, integrado por quienes buscan protección “porque no tienen acceso a servicios básicos. Aunque no sean técnicamente solicitantes de refugio, los protege la Declaración de Cartagena”.
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