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De hijo de una drogadicta a la SuperBowl

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Adriana Bello - publicado el 04/02/18
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Cuando el deporte y la buena voluntad de las personas son capaces de salvar a una persona

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Esta es la historia de Michael Oher, un chico que hoy podría estar muerto por un enfrentamiento entre bandas o una sobredosis, pero no, es un gran jugador de fútbol americano y en el 2016 casi logra conquistar por segunda vez el partido más famoso de los Estados Unidos, la Super Bowl.

Oher tiene 31 años, nació el 28 de mayo de 1986 en Tennessee. De sus padres no recibió apoyo ni educación. Su padre estuvo en varias ocasiones en prisión y terminó siendo asesinado cuando él estaba en secundaria. Su madre por su parte era una adicta a la cocaína. Por culpa de todo ello, Micheael fue constantemente enviado por el servicio social  a casas de acogida e incluso llegó a dormir en la calle.

Michael intentó ir a la escuela para formarse, pero quizá por su mismo entorno (lleno de contrabandistas de drogas y violencia) nunca logró un buen desempeño escolar e iba de una escuela a otra sin éxito.

Un día, un mecánico y mentor atlético que se encargaba de ayudar a los muchachos de su comunidad, llamado Tony Henderson, logró que Michael entrara a una prestigiosa escuela cristiana junto a su hijo, porque veía que era un buen muchacho pero con todas las condiciones para terminar en un mal camino.

En esa escuela, llamó la atención de Collins Tuohy, una adolescente de una acomodada familia que veía que él nunca comía y se la pasaba siempre callado y en solitario. Se le acercó y le preguntó por qué no almorzaba y él le dijo que era porque no tenía dinero. Esa misma tarde, se lo contó a su padre, Sean Tuohy, quien se ofreció a pagar su comida.

Meses después y tras enterarse de toda la historia de Michael, los Tuohy le dieron refugio en su casa y, al darse cuenta que tenía grandes habilidades para el fútbol americano y que era algo que él también disfrutaba, lo alentaron a formarse en este deporte y le contrataron a una institutriz para que subiera sus notas en la escuela y así no perdiera la oportunidad de entrar en una gran universidad.

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Cuando me mudé con los Tuohy me sentí amado, como parte de la familia. En las otras casas no me sentía parte de la familia y no sentía que me quisieran allí”, declaró una vez Oher.

Un año después, se convirtieron en sus guardianes legales. Michael era tan bueno como defensa y se destacaba tanto en los partidos escolares (gracias también a la ayuda y comprensión de su entrenador), que los grandes captadores de talento del estado se peleaban por él para ver en qué universidad lo becaban por deporte.

Michael se decidió finalmente por Ole Miss, la Universidad de Mississippi (la misma alma mater donde se conocieron y enamoraron sus padres adoptivos), donde también se destacó por sus habilidades en el campo, tanto que hasta el escritor Michael Lewis se interesó en su historia y, al conocerla, redactó el libro The Blind Side, mismo título que luego Hollywood utilizó en el 2009 para la película basada en su historia y que protagonizó Sandra Bullock como Leigh Anne Tuohy, la cual le valió un Oscar a la  Mejor Actriz.

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Y es que justo en el 2009 fue cuando Michael Oher logró ser fichado por un gran equipo de la NFL: los Ravens de Baltimore, con quienes logró ganar la Super Bowl en el año 2013.

“Vengo desde de tan lejos… De no tener nada a ganar la Super Bowl, estoy en shock”, dijo desde el campo a ABC News, acompañado por los Tuohy, una familia que tiene como principio el apoyo mutuo (el mismo Michael ha ayudado a su hermana adoptiva y quien empezó todo, Collins, con su negocio de galletas).

Sin duda, es un hombre que ha demostrado que, no importa cuál sea tu origen, sino tus ganas y esfuerzo por lograr aquello que más anhelas.

Porque sí, gran parte de su éxito fue gracias a la ayuda de varias personas en su camino, pero nada hubiera servido si él no hubiera querido, persistido y trabajado arduamente por su metas. 

Oher no se ha olvidado de su madre biológica. No sólo la apoya financieramente, sino también ha buscado la manera de ayudarla. Lamentablemente, la cocaína sigue dominando su vida, pero de su hijo sólo puede decir: “Estoy orgullosa de él, lo amo y rezo todos los días por su éxito”.

En el 2014 se cambió a Las Panteras de Carolina del Norte, equipo con el que también logró llegar al Super Bowl de 2016, aunque esta vez sin lograr el campeonato.

Hoy en día sigue jugando para ese equipo, aunque su favorito siempre será el conformado por él, Sean, Leigh Anne, Collins y Sean Jr. Tuohy: su familia.

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