Homilía de Francisco hoy en Casa Santa Marta
“No somos ni eternos ni efímeros: somos hombres y mujeres en camino en el tiempo, tiempo que empieza y tiempo que termina”. Inspirado por el pasaje del Primer Libro de los Reyes, sobre la muerte de David, Francisco invitó a todos a “rezar y pedir la gracia del sentido del tiempo” para no quedar “apresados” en el momento presente, “cerrado en sí mismo”.
“La muerte es un hecho que nos toca a todos” recordó el Papa, “antes, después, pero llega”.
Pero existe la tentación del momento que se adueña de la vida y te lleva a dar vueltas en este laberinto egoísta del momento sin futuro, siempre ida y vuelta, ida y vuelta, ¿no? Y el camino termina en la muerte, todos lo sabemos. Y por esto la Iglesia siempre ha buscado hacer reflexionar sobre este nuestro fin: la muerte.
“Yo no soy dueño del tiempo”, “repetir esto ayuda”, recomendó Francisco, porque “nos salva de esa ilusión del momento, de tomar la vida como una cadena de eslabones de momentos, que no tiene sentido”. “Yo estoy en camino y tengo que mirar adelante”, pero también considerar –explicó el Papa– que “la muerte es una herencia”, no la herencia material sino del testimonio.
“Pregúntate ¿qué herencia, si Dios me llamara hoy, qué herencia dejaré como testimonio de vida? Es una buena pregunta para hacerse. Y así, prepararnos, porque de todos nosotros, nadie quedará “de reliquia”. No, todos iremos por este camino.
Finalmente, “la muerte es una memoria”, una “memoria anticipada” para reflexionar:
Cuando muera, ¿qué me habría gustado hacer en esta decisión que tengo que tomar hoy, en mi forma de vivir hoy? Es una memoria anticipada que ilumina el momento de hoy. Iluminar con el hecho de la muerte las decisiones que debo tomar cada día.
Sentirnos en camino hacia la muerte, concluyó el Papa en su homilía, “nos hará bien a todos”.