En 1983 el Obispo Jerome J. Hastrich de la Diócesis de Gallup extendió una invitación a las Hermanitas de los Pobres para que asistieran y acompañaran y a los muchos ancianos pobres de la región.
En la región tenían un grave problema. Muchos nativos americanos mayores no podía recibir siquiera la atención más básica debido a las condiciones rurales y accidentadas de Nuevo México.
Las Hermanitas no lo dudaron: Respondieron con su característica alegría y entusiasmo. Abrieron las puertas de su primer hogar en 1984. Su “familia” creció al igual que su capacidad de servir. Hoy cuentan con alojamiento para 39 residentes y 12 apartamentos independientes para atender las necesidades de los que están en mayor peligro en este vulnerable capítulo de la vida.
El sello distintivo de la residencia es el de la fe, la alegría y la hospitalidad. Aleteia tiene el privilegio de compartir un atisbo de la vida cotidiana de aquellos que sirven a Cristo en los ancianos pobres, de la misma manera en que lo hizo hace unos 175 años, San Juana Jugan, fundadora de las Hermanitas de los Pobres.
Fotografías de Jeffrey Bruno para Aleteia