Uno de esos pueblos que parecen salidos de pinturas, pinturas detenidas en el tiempo
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En este recóndito rincón de la Argentina la naturaleza se hace una con la historia del hombre para regalar como postal un pueblo que hace honor al adjetivo pintoresco. Tafí del Valle es pintoresco justamente porque es uno de esos pueblos que parecen salidos de pinturas, pinturas que serían las mismas creadas en el siglo XVIII o en el XX. Tafí está igual, como detenido en el tiempo. Pero eso no implica que no haya vida en él.
Ubicado en el centro del Valle de Tafí, e ícono de los valles calchaquíes, Tafí del Valle se encuentra a 2000 metros de altura y a 126 km de San Miguel de Tucumán. Por estos días este icónico destino turístico del Noroeste argentino se viste de fiesta para celebrar, como dicen por estos pagos, los 300 años de “fe, amor y unidad” con la patrona de los valles calchaquíes Nuestra Señora del Carmen.
Aunque la devoción a la Virgen del Carmen haya que rastrearla hasta el siglo XIII en el Monte Carmelo, en cada rincón de América donde los españoles la hayan llevado se la quiere como propia. El amor de la Virgen por estos pagos tucumanos, cuentan, nació hace 300 años con la llegada de los jesuitas a los valles calchaquíes.
En la estancia jesuítica de la Banda, hoy Museo histórico, se atesoran no solo reliquias de aquellos años de misión, sino también piezas arqueológicas anteriores que los jesuitas fueron recolectando y que ayudan a entender la rica historia aborigen del valle. Incluso desde la antigua capilla se descubrió el ingreso a un túnel de 500 metros de largo que funcionaba como eventual vía de escape ante algún ataque de los aborígenes quilmes.
Para estos 300 años de la Virgen del Carmen en Tafí del Valle, la Arquidiócesis de Tucumán decidió coronar diocesanamente a Nuestra Señora, devoción hoy custodiada en una parroquia primeramente inaugurada en 1895.
Las celebraciones por los 300 años de la llegada de los jesuitas ya se vienen realizando desde el año pasado. Incluso en noviembre tuvo lugar uno de los momentos más emotivos, cuando cerca de mil vecinos recibieron el sacramento de la confirmación en una ceremonia masiva que coronó una intensa catequesis misionera por las capillas y los pueblos cercanos.
Además del amor a Nuestra Señora del Carmen y el legado arquitectónico, los jesuitas marcaron fuertemente los años por venir de Tafí a partir de la introducción en el pueblo de la producción de lácteos, en especial sus deliciosos quesos, que han convertido a Tafí del Valle en la sede de la Fiesta Nacional del Queso, celebrada cada febrero.
El testimonio del paso de los jesuitas convive en Tafí con vestigios de la cultura Tafí, la más antigua de la que se tenga registro por la zona, y posteriormente de distintos pueblos aborígenes que habitaron los valles. Lo mejor para hacer un recorrido integro por todo lo que el pueblo y sus alrededores tienen para decir puede ser montar a caballo y recorrer buscando escondites y vistas panorámicas.