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Cuando sientes la opresión del mal en sus distintas formas -mentira, odio, violencia,...-, puedes pedirle a Dios que lo haga desaparecer con su poderosa presencia rezando así:
Surja Dios Padre,
se dispersen sus enemigos
y huyan de su presencia
los que lo odian.
Surja Dios Hijo,
se dispersen sus enemigos
y huyan de su presencia
los que lo odian.
Surja Dios Espíritu Santo,
se dispersen sus enemigos
y huyan de su presencia
los que lo odian.
Surja la Bienaventurada Virgen María,
todos los ángeles y santos,
(san Miguel arcángel y san Vicente Palotti),
se dispersen sus enemigos
y huyan de su presencia
los que los odian.
Amén
Esta oración para alejar al demonio y atraer el bien es de hecho un sencillo exorcismo que cualquier persona puede hacer cuando lo considere oportuno. Su autor es el sacerdote alemán José Kentenich y está incluida en el libro de oraciones Hacia el Padre.
Los exorcismos solemnes, en cambio, deben realizarlos sacerdotes autorizados expresamente para ello por su obispo.
Dios (y su amor vivo en las personas) tiene más fuerza que el demonio. Si sientes que el mal te atenaza, llámalo y pídele que esté presente a tu lado. Llama a María y a los santos. Ellos quieren estar contigo y ayudarte.
Su poderosa presencia, fortalecida por tu invocación libre, vencerá tarde o temprano todo mal.