En Saint-Jean-de-Boiseau (Francia, departamento Loira Atlántico), la capilla de Belén data del siglo XV. Pero, ¡sorpresa ! Si tan sólo nos molestamos en levantar la mirada, encontraremos a Gremlins, un ‘alien’ xenomorfo y otras criaturas observándonos desde uno de los siete pináculos.
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En el municipio de Saint-Jean-de-Boiseau, en el departamento de Loira Atlántico, en Francia, en un rincón de una pequeña ruta campestre, se sitúa la capilla de Belén. Este edificio de estilo gótico flamígero fue construido por artesanos de la catedral de Nantes en el siglo XV durante la guerra de Bretaña y el reino de Francia, al igual que la iglesia del pueblo que acaba de ser restaurada.
Según explicó a Aleteia Simone Durand, una antigua voluntaria de la comisión cultural municipal, el lugar tiene un pasado de culto druídico dedicado a la fecundidad, el nacimiento de vida, de lo cual atestiguan algunas esculturas todavía presentes y que se aprovecharon para la consagración cristiana de la capilla a la Virgen de la Natividad. En el siglo XV un sacerdote cristianizó el nombre de lugar, Bétélian, para que se convirtiera en la capilla de Belén.
Quimeras insólitas
En 1993, el ayuntamiento de Saint-Jean-de-Boiseau decidió iniciar unas obras de restauración en esta capilla clasificada como monumento histórico nacional, para lo cual recurrieron a un arquitecto oficial del Estado que pidió al escultor Jean-Louis Boistel que restaurara los siete pináculos, que incluían 28 quimeras, unos animales fantásticos que evocan la dualidad entre el bien y el mal.
Por desgracia, faltaban fuentes arqueológicas y dibujos para conocer los detalles precisos del antiguo aspecto del pináculo orientado al suroeste, conocido como “del inconsciente”. Así pues, el escultor decidió recrear un bestiario medieval… con unos toques más contemporáneos. Solamente después de haber tallado a Goldorak —un superhéroe robot del anime japonés que, aquí, representaría la lealtad y la búsqueda del bien— y al gremlin Gizmo —que evocaría a un espíritu maligno—, Jean-Louis Boistel presentó la obra al arquitecto del Estado y a la municipalidad. El procedimiento no fue del gusto de todo el mundo y la polémica fue importante, según explica Moïse Landreau, un feligrés que también es miembro de la sociedad de historia de Saint-Jean-de-Boiseau.
La peregrinación de los ‘frikis’
Por entonces, la diócesis no supo reaccionar ante este capricho escultural que fue validado in fine por el arquitecto. Como la capilla no se utilizaba como lugar de culto desde hacía casi 50 años, sino solamente para las procesiones parroquiales del martes de Pascua, se decidió retirar la piedra de altar para que no se cometiera ningún sacrilegio en la capilla. Hoy en día, la capilla permanece cerrada, aunque algunos frikis y entusiastas de la ciencia ficción y los videojuegos siguen acercándose para hace fotografías de estas insólitas quimeras contemporáneas.
Hay que señalar que la capilla de Belén no es un caso aislado, ya que es posible encontrar un astronauta esculpido en el portal de la catedral de Salamanca, en España, y a Darth Vader (de Star Wars) como gárgola en la catedral de Washington.