Son menos que los esperados, pero hay familias enteras y muchas de ellas muy humildes
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Pese a un aluvión que se esperaba de argentinos que crucen a Chile a ver al Papa Francisco, que en algunos medios se hablaba de más de un millón de personas, por el momento el aluvión no llega.
Así lo confirmó el jefe de Gendarmería Nacional en Uspallata, a cargo del Complejo Fronterizo de Los Libertadores, el más directo con Santiago de Chile. El comandante Héctor Álvarez dialogó con Radio Nihuil y confirmó que desde el inicio de un operativo internacional especial puesto en marcha el viernes para agilizar los trámites de quienes crucen a ver al Papa en su visita al país trasandino, el tránsito por el momento arroja cifras similares a las registradas el año pasado. Incluso se están observando más ingresos desde Chile hacia la Argentina que viceversa.
En ese cruce, la Gendarmería informó que entre el 8 y el 14 viajaron a Chile cerca de 40.000 argentinos, en algo más de 2500 vehículos.
Los trámites fronterizos, que pueden llevar normalmente incluso más de 4 horas, vienen siendo muy rápidos, tal lo previsto y lo acordado por los dos países. Todos sumaron personal y sistemas para agilizar los pasos. Ante la agilidad, incluso se autorizó algo de tránsito de camiones, que estaba limitado para no entorpecer el tráfico de autos.
Sí son muchas las comunidades que han organizado viajes específicos en autobuses, y familias enteras que han organizado sus vacaciones para poder acompañar al Papa en el país vecino.
Muchas de ellas muy humildes. Se han registrado contingentes de comunidades de la capital, de la provincia de Buenos Aires, de Entre Ríos, Santa Fe, de Córdoba, de San Juan, que han llegado en autobús tras meses de ahorro “pesito por pesito para estar junto con el Papa”, como decía uno.
La opción de compras para aprovechar los bajísimos precios en comparación con los argentinos, no aparece como primera opción para ellos.
Para el argentino medio viajar a Roma es una utopía, por lo que la posibilidad de ver al Santo Padre en el país andino, en un viaje que puede llegar a valer un 30% de lo que saldría un pasaje a Roma, bien vale el esfuerzo. Aún así, es mucho dinero, y la distante geografía sudamericana y los deficientes sistemas de transporte complican mucho las posibilidades de las familias argentinas.
Pese a los números registrados hasta ahora, el interés en el país, en medios y en redes sociales, es altísimo, y las expresiones de afecto distan del clima que puede llegar a reflejarse ocasionalmente. Como escribían recientemente la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, “la inmensa mayoría del pueblo argentino ama al Papa Francisco”.
Independientemente de la polémica suscitada por la esperada visita del Papa Francisco a la Argentina, país del que es oriundo y cuya nacionalidad nunca ha renegado, la última visita de un Papa al país fue en 1987.
Miles cruzaron ya a Brasil, a Paraguay, a Bolivia, y ahora lo hacen a Chile para verlo. Muchos de las provincias fronterizas se irán sumando por estas horas para estar cerca suyo. Renovarán en nombre de todos los que no pueden asumir los costos del viaje el anhelo de que pronto pueda estar entre nosotros, en nuestro país. Lo queremos. Lo extrañamos.