En gran parte del arte, el humilde burro ha ocupado un lugar destacado en la tradición cristiana: llevando a María a Belén, a la huida a Egipto, y a Jesús a Jerusalén el Domingo de Ramos.
Como el animal duradero y de patas cortas representa la humildad, la paciencia y el sirviente de los pobres, parece una elección lógica.
Aunque nunca se sepa con certeza, y las Escrituras no respaldan todas las afirmaciones, la especulación del artista ciertamente pinta: el humilde burro fue siempre el elegido para los viajes sagrados.