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Sudan del Sur, explíqueme qué sucede y por qué el Papa quiere ir a este país

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Miriam Díez Bosch - publicado el 02/01/18
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¿Por qué no llega a la paz a Sudán del Sur?

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Casi cuatro años de guerra. Millones de desplazados. Uno de los conflictos más graves del mundo actual. Desde 2011 Sudán del Sur es independiente de Sudán. Sin embargo, un año y medio después, estalló la guerra que todavía está causando el horror y que se lleva diariamente, muchas vidas por delante. ¿Cuáles son las claves de esta guerra? ¿Y las barreras del camino hacia la paz?

La guerra presente: actualmente el conflicto enfrenta, desde 2013, al presidente y el vicepresidente del país, que representan dos etnias distintas: dinka y nuer. Por un lado, se encuentra el presidente dinka, Salva Kiir y por el otro, el líder rebelde nuer Riek Machar. Fue hace cuatro años cuando el presidente reaccionó a las críticas de Machar “como un hombre de armas sin ninguna cultura democrática: entendió las diferencias como una amenaza y le despidió”.

Así lo explica el periodista Xavier Aldekoa en su libro Hijos del Nilo (Ediciones Península, 2017). La comunidad internacional les obligó a negociar y los partidos enfrentados firmaron un tratado de paz en agosto de 2015 que creó un gobierno de transición en abril de 2016. Sin embargo, dos meses después, en julio, estalló otra vez el conflicto entre los dos principales firmantes del acuerdo.

Las guerras pasadas: “La gente estaba asustada porque no hay nadie que tema más a la guerra que quien ya ha vivido su horror”, asegura Aldekoa en la mencionada publicación, narrando su estancia en el país en verano de 2016. Sudán del Sur viene de dos conflictos de casi cuatro décadas desde 1955; el primero entre 1955 y 1972 y el segundo entre 1983 y 2005. Sólo un alto al fuego de 11 años separó ambas guerras. La independencia de Sudán del Sur en 2011 (apoyada por Estados Unidos por claros intereses en el petróleo del país) llevó esperanza de paz a la zona.

El petróleo y pobreza: Antes de la independencia, el sur producía un 85% del petróleo del país. Sin embargo, una de sus principales fuentes de riqueza es también una de las principales fuentes del conflicto que provoca su profunda pobreza.

Además de las diferencias étnicas, la falta de salida al mar para exportar el petróleo por parte de Sudán del Sur y las dificultades para acordar el transporte vía Sudán fueron causas de las guerras pasadas y son telón de fondo en la guerra actual. De hecho, las condiciones económicas se deterioraron cuando, en enero de 2012, el gobierno sursudanés decidió parar la producción de petróleo a causa de desacuerdos bilaterales con Sudán. Actualmente la inflación del país es de un 800%.

Crisis humanitaria: El conflicto entre el gobierno y la oposición ha desembocado en una gran crisis humanitaria con más de dos millones de sursudaneses desplazados internos y casi otro millón de emigrantes a países vecinos, como Kenia, Uganda, Etiopia y Sudán. El pasado mes de febrero se declaró situación de hambre.

Mortalidad materna: Es uno de los países con una tasa de mortalidad materna más elevada por diversas razones, como la falta de servicios sanitarios, las infraestructuras deficientes y tradiciones que hacen que muchas mujeres empiecen a tener hijos muy jóvenes y con asistencia en casa, de modo que es más difícil superar complicaciones durante el embarazo o el parto.

Educación: Menos de un tercio de la población está alfabetizado. De hecho, el 85% de la población no sabe leer. El motivo, la falta de recursos así como las situaciones de desplazamientos por el conflicto.

Religión: Las principales religiones de Sudán del sur son el cristianismo y diversas fes animistas con fuerte presencia. En Sudán, el islam es la religión preeminente. Esta diferencia es también causa de los conflictos. Sin embargo, “en momentos de guerra las religiones pueden aportar muchos espacios de encuentro y de construcción de la paz”, explica Pau Vidal, religioso jesuita que se encuentra trabajando en el campo de refugiados de Maban (Sudán del Sur), en una entrevista que ofreció, hace pocas semanas, al programa Signes dels temps, de Televisión de Cataluña.

El misionero cuenta cómo allí se vive la religiosidad con alegría “es un elemento de esperanza, que articula la vida cotidiana. Las misas son de casi dos horas porque son el momento de encuentro, de celebración a pesar de las dificultades, son la prueba de que todavía vivimos con sentido y celebramos la vida”, asegura.



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El jesuita Vidal, además de arquitectura y teología, ha estudiado un máster en teología de la migraciones, una disciplina reciente que intenta investigar la experiencia de Dios que se revela en aquellos que viven el desplazamiento. “Se trata de reconocer a Jesús en aquél que llama a la puerta”, subraya en la citada entrevista.

Para él, “el momento es complejo y poco esperanzador. Estamos en la noche oscura, acompañando al pueblo en un momento difícil”, refiriéndose tanto a personas refugiadas como a los mismos habitantes de la zona. La acción jesuita allí se basa en educación, pastoral y trabajo social. “Si no preparamos ingenieros, profesores o médicos ahora, aunque estemos en conflicto, el futuro no llegará nunca”, destaca.

Las personas en Sudán del Sur, según Vidal, “necesitan vivir su vida con sentido y poder imaginar un mañana distinto. Esto no es fácil en un campo de refugiados, y a pesar de todo, este deseo está muy presente”. Y añade, “la vida se abre paso ante experiencias muy traumáticas; en la visión cristiana se trata de la resurrección, que tiene más importancia que la muerte”.

Por ahora, tal y como Aleteia anunció en noviembre, el Papa ha tenido que declinar viajar a Sudán del Sur en 2017 debido a la guerra civil. “El viaje del Papa para Sudán del Sur, si bien estaba en estudio, no será para este año”, dijo el portavoz papal, Greg Burke.

Francisco ante una delegación de obispos sudaneses había planteado en mayo de este año la posibilidad de viaje al país africano acompañado del líder anglicano Justin Welby para aplicar el ‘ecumenismo de la caridad’ en el contexto de la grave crisis humanitaria que enfrenta la nación más joven del Continente.

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