Estamos preocupados por tener una alimentación saludable y dudamos sobre la calidad de que comemos, pero algunos piensan que antes se comía mejor que ahora…
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¿A quién no le dicho alguno de sus abuelos: “¡Antes comíamos mejor que ahora!” ¿Tenían razón? Cada vez tenemos más temor a tomar ciertos alimentos, porque sabemos que contienen químicos, conservantes, aditivos…
Desde el punto de vista nutricional, es mejor la alimentación actual que la de antes.
Hoy en día encontramos en el mercado más variedad de alimentos, y muchos de buena calidad. Además, ha aumentado la seguridad alimentaria gracias a legislaciones y controles de calidad.
Sin embargo, en cuanto a los alimentos, los mayores destacan que han cambiado sus características organolépticas, es decir, aseguran que hay una notable diferencia de sabor y aroma: “el tomate de antes sabía a tomate”.
En esto estamos de acuerdo.
Y es que antes se consumían los productos recién cosechados mientras que en la actualidad se utilizan distintos métodos de conservación para que los productos importados desde lejos lleguen a casa en buenas condiciones.
Si quieres hoy en día optar por alimentos con buenas características organolépticas, te aconsejo comprar productos frescos y de proximidad, productos que no han sido importados.
Comparando la alimentación de los abuelos con la nuestra
- Deficiencias nutricionales
La dieta de los abuelos se basaba en el consumo de cereales y legumbres, aceites, patatas, frutas y hortalizas de temporada, huevos. Tomaban poca leche y poca carne, cuyo coste era elevado.
Esta alimentación provocaba deficiencias de hierro y calcio, llevando incluso al desarrollo de patologías como la anemia o la osteoporosis, entre otras.
Hoy en día sin embargo, contamos con los alimentos fortificados, elaborados gracias al conocimiento científico para suplir carencias nutricionales en algunos sectores de la población para cubrir sus necesidades nutricionales que son difíciles de alcanzar con la dieta.
De esta manera se van solucionando deficiencias que afectan el estado de salud de muchas personas.
Así, en la actualidad contamos con leches y yogures con más calcio, harinas fortificadas con hierro o sal con yodo o flúor, por ejemplo.
- Conservación de alimentos
Los medios de conservación de los alimentos en aquella época no eran tan seguros como los de ahora. No había refrigeradores. Esto provocaba la proliferación de bacterias y, por lo tanto, la salud corría un mayor riesgo.
- Alimentación poco variada
Por otra parte, el acceso a determinados alimentos era muy complicado, por no decir imposible de tal manera que la alimentación no variaba tanto.
- Cocina casera
Lo que sí ha disminuido con el paso de los años es la elaboración cotidiana de comida casera. Este aspecto se ha visto muy afectado por el estilo de vida actual en el que la mujer trabaja fuera de casa al igual que el hombre y, por lo tanto, el tiempo de ambos es muy limitado.
- Todos a la mesa
La costumbre de comer en familia también está disminuyendo. La escasez de tiempo y la diferencia de horarios hace que muchas familias no se siente a comer o a cenar juntos a lo largo de la semana.
- Oferta alimentaria
La gran oferta de productos y su fácil acceso han provocado otros cambios en la conducta alimentaria de la población actual.
Según datos que ofrece la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en los años 60 el consumo de hortalizas, patatas y cereales constituía el 57% de la dieta.
La carne y el pescado sólo el 6,3% de nuestra alimentación. En 2011, (último año del que se tienen datos), el consumo de carne y pescado es de más del doble (15,4%), y las patatas han pasado de constituir el 17% a ocupar el 7,1%.
Por lo tanto se observa que al tiempo que ha aumentado la variedad de alimentos disponibles, ha descendido el consumo de carbohidratos, a través de cereales o las patatas; se ha incrementado el consumo de azúcares y de proteínas de origen animal, al duplicarse el gasto en carnes y lácteos; y ha disminuido sin embargo las proteínas de origen vegetal.
- Estilo de vida
Todo esto junto al sedentarismo, el acceso a comidas rápidas y otros aspectos han llevado lamentablemente a un aumento del desarrollo de patologías como la obesidad y enfermedades cardiovasculares.
Por tanto, la alimentación actual no es peor que la de antes. Es importante aprovechar la gran oferta de alimentos que tenemos a nuestro alcance para que, de forma consciente y equilibrada, podamos ofrecer a nuestro organismo los alimentos que necesita.
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