Anne Christine Girardot filma un edificante retrato sobre la vocación cristiana El próximo 8 de diciembre, Festividad de la Inmaculada Concepción, llega a las salas de cine españolas el íntimo y muy premiado documental La isla de los monjes, trabajo dirigido por la realizadora francesa de 47 años Anne Christine Girardot (lea aquí la entrevista que le hizo Aleteia) y distribuido por Bosco Films.
El filme cuenta que en el monasterio de Sion, en los Países Bajos, desde hace siglos viven monjes Cistercienses. El edificio tiene espacio para 120 monjes, pero en la actualidad sólo viven ocho. Un edificio tan inmenso y su mantenimiento les hace pensar que ha llegado el momento del cambio: es necesario mudarse, comenzar de nuevo en otro lugar y, con suerte, atraer a nuevos hombres para unirse a su comunidad.
Estos hombres de oración se enfrentaban a disturbios internos y externos, dudas y temores y a todo un mundo fuera de la clausura que desconocen (desde ir al supermercado a comprar un billete de autobús). Para poder recuperar el sentido deberán responder a las preguntas que dieron origen a su historia y vocación: ¿Qué hace que alguien decida ser monje? ¿Por qué motivo estás tú hoy aquí?
No es la primera vez, ni será la última, que el cine contemporáneo afronte la vida monacal con tanto respeto y elegancia. A La isla de los monjes -elocuente y expresiva en su fondo y forma, y no es una paradoja- le preceden dos magníficos títulos fílmicos a los que nada tiene que envidiar. Se trata de la película alemana El gran silencio (Philip Gröning, 2005) y la cinta francesa De dioses y hombres (Xavier Beauvois, 2010).
El mayor logro del filme es el acento, la mirada que pone la directora de La isla de los monjes al adentrarse con enorme sensibilidad en la profunda relación que mantienen con Dios los monjes de Sión. Además, como se sabe, por tradición histórica a las mujeres no les está permitido acceder a los templos de clausura. Mucho menos, rodar la vida contemplativa de una pequeña comunidad. Y en este caso Anne Christine Girardot, procedente del mundo de la televisión y afincada en Holanda, ha sido la primera.
Otra de las muchas virtudes que despliega el documental es la confianza y complicidad que los monjes protagonistas tienen con la directora, a quien le van confesando sus motivaciones e inquietudes sobre su exilio y su estilo y modo de vida actual. Para ello, no tienen inconveniente de hablar a las claras sobre su pasado -desvelos e inquietudes por los que atraviesa cada uno de sus monjes hasta descubrir su vocación- y sobre su futuro, aunque esto último tenga más visos de incertidumbre e inseguridad que de otra cosa, pero siempre desde un punto de vista esperanzador.
Lo que deja muy claro esta película, bien ambientada y con ritmo ágil, es que en una sociedad que cada vez da más la espalda a Dios, resulta más que valiente vestir los hábitos y dar la cara por Él. No importa dónde vives tu fe, si dentro de los muros de un monasterio u otro, o en la calle, sino que lo esencial es la relación con Dios y eso tan sólo se encuentra en el interior de cada uno.
La isla de los monjes se alzó con el premio al mejor Documental en los Festivales Internacionales de Dakha (Bangladesh), el Religión Today (Turín) y fue candidato en la misma categoría en el Festival de París y el Nothem Film Festival de Holanda.
José Luis Panero
@PALOMITERO
Ficha Técnica
Título original: De terugkeer van de monniken op Schiermonnikoog
País: Países Bajos
Directora: Anne Christine Girardot
Guión y montaje: John Gruter
Música: Ton Snijders
Género: Documental
Duración: 70 minutos