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El estreno de Coco pone a prueba la relación profunda entre Estados Unidos y México

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Jaime Septién - publicado el 26/11/17
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Gran éxito de recaudación en México

¿En tiempos de Donald Trump, Disney y Pixar Animation Studios apuestan por México? Es conocida la poca simpatía del mandatario estadounidense por el país vecino del sur, lo que ha hecho que en rincones insospechados surjan algunos alegatos a favor si no de un acuerdo con México, al menos de respeto a su cultura y tradiciones.

Por ejemplo entre los mundialmente famosos creadores de la saga de Toy Story, se estrenó el Día de Acción de Gracias en la Unión Americana, la película Coco, ambientada en un primero de noviembre, Día de Muertos, día emblemático para los mexicanos quienes, en familia, honran a los fieles difuntos mediante la construcción de altares, adornados con flores de cempaxúchitl y con las viandas que más le gustaban a la persona en vida.

Coco se estrenó en América Latina el pasado 27 de octubre y, hasta el momento, ha obtenido elogios y muy buena acogida. La película es protagonizada por un niño llamado Miguel (con la voz de Anthony González), un niño mexicano que –como tantos otros niños de este país—“trae la música por dentro”. Su familia se opone a que se dedique a la música pero un primero de noviembre va a la tierra de los muertos y encuentra en ella su vocación.

El director Lee Unkrich ( que ya dirigió Toy Story 3) y el diseñador de producción Harley Jessup hicieron varias visitas a México. Comprobaron cómo es un Día de Muertos tradicional, ambientaron la ciudad de Guanajuato en animación e incluso tomaron el camino de las flores de cempasúchil –los flores amarillo-naranja que se dan en México por la época de noviembre y que adornan todos los altares de muertos—que iban de los cementerios a las casas, un camino simbólico que ayuda a guiar a los muertos.

En una primera secuencia en el pueblo mexicano imaginario de Santa Cecilia, Miguel camina a través de un cementerio. Su diseño es una amalgama de panteones que los cineastas visitaron en los estados de Oaxaca y Michoacán. En el cementerio, Miguel visita la tumba de su fuente de inspiración, el músico Ernesto de la Cruz (un émulo cinematográfico de Pedro Infante o de Jorge Negrete).

El escritor y director de Coco, Lee Unkrich, recibió la aprobación en 2011 para que hiciera su segunda película en Pixar. No sabía nada de México (nació y creció en las afueras de Cleveland, Ohio); es blanco y tenía muy poco contacto con la cultura del país del sur. Mucho menos con las tradiciones como la del Día de Muertos.

Combatir tanta negatividad

Aunque no era entonces tiempo de Trump, Unkrich enfrentaba un dilema, según cuenta The New York Times en Español. Por un lado, estaba convencido de que los artistas no deberían estar limitados a “solo contar historias sobre lo que saben o sobre su propia cultura”. Sin embargo, también necesitaba protegerse contra lo ineludible de sus propios prejuicios y puntos ciegos, y asegurarse de que su película no “cayera en el cliché o el estereotipo”.

Era la 19ª película que salía de los estudios de animación de Pixar y la primera que tenía como personaje central a un niño de una minoría étnica de Estados Unidos. Unkrich, en lugar de basar su película en mundos de ficción, y en una catarata de efectos visuales, tomó la decisión de buscar éxito de taquilla y respeto cultural.

Pixar abrió la puerta a la consulta externa –contrario a su costumbre—y los realizadores de Coco fueron asesorados por personas externas, sociólogos, consultores de origen hispano, etcétera. La idea es que ni fuera un cliché ni fuera turística, sino que la película tuviera referencias exactas a la vida común de México, de la mano de Miguel, el pequeño aspirante a músico, protagonista de Coco.

Tanto así que el fiel compañero de Miguel es un perro xolo o xoloitzcuintle (una raza mexicana de perros sin pelo) y a los largo de la película se introducen varias palabras en idioma español original, con acento mexicano, lo que constituye una cuestión muy extraña en el cine estadounidense, más aún en este tipo de películas animadas, en las que se supondría un modelo de entretenimiento “fácil” y profundamente anglosajón.

No obstante, el reto, a partir de hoy, será ver cómo se comporta el público estadounidense, más aún cuando en estos momentos, por el asesinato de un agente fronterizo del lado norteamericano ha vuelto a encender la ira del presidente Trump quien insiste en el muro divisorio como parte de la defensa contra los “malos hombres” de México.

“Ha sido doloroso para mí y para mucha gente que haya tanta negatividad en el mundo, específicamente y de manera injusta en relación con México”, dijo Unkrich a The New York Times en Español. Y terminó diciendo: “Simplemente nos sentimos honrados y agradecidos de poder traer algo positivo y esperanzador al mundo que quizá pueda contribuir un poco para disolver y borrar algunas de las barreras que existen entre nosotros”.

Al menos en un lado de la división, ya hay un veredicto sobre Coco. En menos de tres semanas, ya es la película que más ganancias ha recaudado en México.

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