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Callar por respetos humanos: ¿es lo mismo que ser prudente?

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Luz Ivonne Ream - publicado el 20/11/17
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Solo el amor es valiente, brinda paz y nos da la fortaleza de hablar cuándo y cómo haya que hacerlo

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Callar por respetos humanos es una manera de proceder donde no buscamos ni defender ni seguir la verdad conforme inspira la recta conciencia, sino que lo que nos mueve a guardar silencio es la preocupación por lo que los otros dirán o cómo reaccionarán si decimos algo de lo que tenemos certeza que es verdad y que es contrario a lo que los demás piensan. Es una forma de “caridad y compasión” muy mal entendida, porque la verdad lleva al bien y el callar por respetos humanos u omisión conduce al mal y, por lo tanto, no es verdadero amor.

¡Claro! A nadie nos gusta tener problemas y muchas veces hablar de “la verdad” es lo que más conflictos acarrea, discusiones, que puertas se cierren, etc. Un mundo donde hablar solo lo políticamente correcto y aceptado nos ha convertido en personas tibias, timoratas y cobardes.

Por supuesto es importante que, antes de actuar, por justicia debemos tomar en cuenta la opinión de otros, saber qué y cómo piensan y, sobre todo, entender por qué piensan así. Pero saber todo esto, tener conocimiento, es únicamente para ayudarnos a formar un juicio de conciencia en el que sigamos buscando la verdad, la caridad y la justicia.

Recordemos que solo el amor es valiente. Solo él es fuente de crecimiento; sólo él es fecundo; sólo él convierte corazones y brinda paz y es quien nos dará la valentía y la fortaleza de hablar cuándo y cómo haya que hacerlo.

No se trata de dar consejos ni de decir que así son las cosas y punto, sino de presentar la verdad de una forma apetecible, no barnizada ni mucho menos, sino deseable para que esta sea conocida, amada y abrazada en su todo.

Pero la verdad siempre debe de ir de la mano de la paz, de la caridad y también de la prudencia, esa maravillosa virtud incardinada en nuestra alma que es la que nos guiará para saber qué decir, cómo y cuándo hacerlo. Muchísimas veces esa misma maravillosa prudencia también nos indicará cuándo y cómo mantener el silencio, no por miedo ni respetos humanos sino por caridad -misericordia-, siempre teniendo en claro que nuestro fin primordial es llevar almas a Dios, a la plenitud de sus vidas.

Es verdad, los creyentes sabemos que nuestra amadísima Iglesia católica ya está por demás dividida, demasiado separada. Son muchas las diferencias en pensamientos, creencias, prácticas e ideologías que nos dividen. Un “ego” absurdo y la falta de tolerancia y caridad nos separan cada vez más y más de nuestra verdadero y único fin al que todos fuimos llamados, la santidad y llegar a Dios por medio de una vida sacramental y de oración.

En nuestra misma Iglesia necesitamos reencontrar cuáles son nuestros puntos de unión y reconciliación y no de discrepancia. Necesitamos andar por el único camino que llega a los corazones, el camino del amor por medio de la paz y de la unión. No le demos gusto al padre de la mentira, de la guerra y de la división y ahoguemos el mal en abundancia de bien como decía San Pablo, siempre recordando que lo que no da paz, no es de Dios.

Así que valientes, es lo que nuestro mundo necesita. Personas de recta conciencia que amen y defiendan la Verdad, pero insisto, con una sonrisa, alegres y desde el amor, la paz y la unidad.

Y tú, ¿cómo andas en eso de los respetos humanos?

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