Audiencia con la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura“Hoy nos damos cuenta que es necesario volver a los tesoros de la sabiduría conservados en las tradiciones religiosas, en la sabiduría popular, en la literatura y en el arte, que tocan en profundidad el misterio de la existencia humana, sin olvidar, es más, redescubriendo aquellos contenidos en la filosofía y la teología”, lo dijo el Papa Francisco a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura, a quienes recibió en audiencia, la mañana del 18 de noviembre, en la Sala del Consistorio del Vaticano
En su discurso, el Santo Padre resaltó la importancia del tema tratado durante la Asamblea Plenaria, al afrontar la cuestión antropológica, proponiéndose comprender las futuras líneas de desarrollo de la ciencia y de la técnica, concentrando la atención en tres sujetos.
“En primer lugar, la medicina y la genética, que nos permiten ver dentro de la estructura más íntima del ser humano e incluso intervenir para modificarla. Ellas nos hacen capaces de derrotar enfermedades consideradas incurables hasta hace poco tiempo; pero también abren la posibilidad de determinar a los seres humanos ‘programándonos’, por así decir, algunas cualidades”.
“En segundo lugar – puntualizó el Pontífice – las neurociencias ofrecen mayor información sobre el funcionamiento del cerebro humano. Por medio de ellas, las realidades fundamentales de la antropología cristiana como el alma, la conciencia de sí, la libertad aparecen ahora bajo una luz inédita y pueden ser incluso puesto por algunos seriamente en discusión”.
“Finalmente – agregó el Papa – los progresos increíbles de las máquinas autónomas y pensantes, que ya en parte se han convertido en componentes de nuestra vida cotidiana, nos llevan a reflexionar sobre lo que es específicamente humano y nos hacen diversos de las máquinas”.
Todos estos desarrollos científicos y técnicos, señaló el Papa Francisco, inducen a algunos a pensar que nos encontramos en un momento singular de la historia de la humanidad, casi al alba de una nueva era y del nacimiento de un nuevo ser humano, superior a aquello que hemos conocido hasta ahora.
“La antropología es el horizonte de auto-comprensión en el cual todos nos movemos y determina también nuestra concepción del mundo y las opciones existenciales y éticas. En nuestros días, ella se ha convertido muchas veces en un horizonte fluido, cambiante, en virtud de los cambios socio-económicos, de los movimientos de las poblaciones y de las relativas confrontaciones interculturales, pero también de la difusión de una nueva cultura global y, sobre todo, de los increíbles descubrimientos de la ciencia y de la técnica”.
El Papa Francisco invitó a los participantes en esta Asamblea Plenaria a responder a los desafíos que la ciencia y la cultura ponen al hombre de hoy. “La ciencia y la tecnología nos han ayudado a profundizar los confines del conocimiento de la naturaleza, y en particular del ser humano. Pero ellas solas no son suficientes para dar todas las respuestas. Hoy nos damos cuenta que es necesario volver a los tesoros de la sabiduría conservados en las tradiciones religiosas, en la sabiduría popular, en la literatura y en el arte, que tocan en profundidad el misterio de la existencia humana, sin olvidar, es más, redescubriendo aquellos contenidos en la filosofía y la teología”.
Antes de concluir su discurso, el Papa Francisco recordó que la Iglesia siempre ha contribuido con algunos principios para sostener este diálogo con la ciencia, y es así que ofrece los principios de la centralidad de la persona humana, del destino universal de los bienes y el principio de que no todo los que es técnicamente posible o factible es por ello mismo éticamente aceptable.
“La ciencia como cualquier otra actividad humana, sabe que tiene límites que respetar por el bien de la misma humanidad, y necesita de un sentido de responsabilidad ética. La verdadera medida del progreso, como lo recordaba el Beato pablo VI, es aquel que mira al bien de cada hombre y de todo el hombre”.