Triunfadores, creativos, perfeccionistas y muy exigentes… Está claro que la personalidad de un niño dependerá de muchos factores, como el entorno en donde se desarrolle y el tipo de educación impartida por sus padres. Si bien también podemos indicar que existen ciertos aspectos que comparten la mayoría de hijos únicos y configuran su personalidad.
De esta manera, si en el anterior artículo escrito sobre este tema pretendía dar respuesta a lo que significa ser hijo único, esta vez les propongo un retratar su personalidad.
Los hijos únicos tienden a ser triunfadores pues generalmente están altamente motivados. Se exigen mucho a sí mismos y suelen fijarse metas altas. Por lo cual, tienden a ser responsables, organizados y meticulosos para alcanzar sus metas.
El lado negativo de esto es que, al ser tan ambiciosos, sus expectativas pueden ser muy altas, lo que causa estrés en ellos y en los demás. También pueden volverse estrictos e impacientes con aquellas personas que no estén a la altura de sus estándares. Suelen ser tercos y odiar los imprevistos.
Suelen tener excelentes habilidades de lenguaje, como resultado de la constante interacción con los adultos. En cuanto a su pensamiento, tienden a ser más lógicos y prácticos en la resolución de problemas. Recolectan los hechos y la información pertinente y luego analizan las cosas hasta llegar a una conclusión satisfactoria.
Lo negativo de este aspecto es que, al tener estas habilidades, tienden a ser reacios para aceptar las ideas de los demás o a admitir que están equivocados.
Su nivel educativo suele ser más alto (mejores notas en los exámenes y mayores niveles de logros educativos y profesionales). Esto podría deberse por haber contado con la ventaja de tener todos los recursos financieros de sus padres para ellos solos.
Lo negativo es que los padres suelen ser muy exigentes con ellos y pueden sentirse presionados constantemente, generando algún tipo de ansiedad o temor al fracaso.
Además, tienden a ser perfeccionistas y esperan que los otros hagan las cosas correctamente. Cuando esto no ocurre, pueden frustrarse. Este perfeccionismo puede dar lugar a que sean demasiado críticos e intolerantes consigo mismos y con los demás.
Con frecuencia se suele observar una tendencia a ser procrastinadores, ya que temen que su trabajo no sea lo suficientemente bueno.
Por último, al estar solos y no tener con quien jugar, desarrollan su imaginación y creatividad. Por otro lado, al no tener que competir con sus hermanos por la atención de sus padres, son menos celosos y envidiosos.
Lo negativo es que algunos pueden crear mucha dependencia de los padres o éstos de él, por lo que las separaciones normales de la vida, como ir a la escuela, dormir en casa de un amigo, ir a un campamento, etc. se vuelven sumamente difíciles tanto para los chicos como para los padres.
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