Aquel acontecimiento, uno de los más importantes en la historia de la humanidad, curiosamente apenas ha sido abordado en el cine españolLa llegada de los españoles a América en 1492 y su posterior asentamiento en buena parte del continente tuvo un impacto enorme en la imaginación europea. Muchas crónicas de Indias, como se conocen los libros escritos por quienes vivieron aquella experiencia, son poco fiables a causa de la hiperbólica actitud de sus autores, atragantados ante una realidad que no esperaban, no entendieron y cuya valoración fue en muchos casos errónea.
En lugar de encontrar los antiguos centros neurálgicos del comercio de las especias, Colón y quienes siguieron sus pasos aterrizaron en un mundo para el que carecían de palabras, poblado por indios más o menos hostiles, tradiciones demasiado complejas, selvas inexpugnables, ríos salvajes, una flora y una fauna que aún hoy en día no han sido clasificados de forma adecuada, por no hablar de guerras, hambrunas y epidemias que los recién llegados amplificaron, casi siempre por codicia, en lugar de intentar aliviar.
Aquel acontecimiento, uno de los más importantes en la historia de la humanidad, apenas ha sido abordado en el cine español. Además de los problemas de producción que implica llevar a cabo un película de época, se suma la circunstancia de no saber cómo dibujar todo aquello.
Una coproducción hispano-francesa de 1916 sobre la figura de Cristóbal Colón valió un millón de pesetas de la época, debido al elevado número de localizaciones (muchas de ellas en yacimientos arqueológicos), la ambientación y los figurantes.
La dirigió el francés Gerard Bourgeois con apoyo del gobierno español, que en aquellos momentos -pese a su neutralidad en la Primera Guerra Mundial- se enfrentaba a problemas militares, soberanistas (por culpa de la demanda independentista de la Lliga Catalana) y sociales (con numerosas huelgas y varios procesos revolucionarios en marcha).
Según sus responsables, iba a ser una película que promoviese la cohesión social, pero a costa de no centrarse en la conquista de América sino en su supuesto descubrimiento y significado para España y Occidente.
https://www.youtube.com/watch?v=NWufdprmeZ8
Luego pasaron muchos años hasta que de nuevo la Conquista de América fue objeto de representación por parte del cine español, durante la dictadura de Franco para afianzar el orgullo nacional y luego, con la Transición, para ponerlo en duda.
Una película como El Dorado (1988), todavía hoy incomprendida y muy poco vista, llegó en un momento en que el interés hacia la Historia con mayúsculas dejó de interesar en España. Fue un fracaso casi estrepitoso pero no deja de ser por ello el mayor esfuerzo del cine español ante un acontecimiento complejo, traumático y plagado de espacios difusos, parcheados de forma interesada en bastantes ocasiones, haciendo que cada vez su comprensión sea más difícil.
Las películas rodadas con motivo del quinto centenario de la Conquista de América fueron demasiado kitsch como para tomarlas en serio. Aguirre o la cólera de Dios (Aguirre, der Zorn Gottes, 1972, Werner Herzog) y El Nuevo Mundo (The New World, 2005, Terrence Malick), sin embargo, me parecen aproximaciones valiosas a la conquista de América.
Con la película de Werner Herzog, El Nuevo Mundo comparte el contraste que se establece entre el paisaje y los intrusos que se introducen en él, aunque a Terrence Malick no le haga falta un personaje tan controvertido como Lope de Aguirre y un actor tan alucinado como Klaus Kinski para proponer un extrañamiento ambiental con la presencia de los conquistadores.
Herzog, por su parte, no quería ceñirse a una revisión histórica y apuntaba era hacia el nuevo colonialismo (de cariz intervencionista) que en el momento del rodaje tuvo un profundo reflejo en Vietnam y en la década de los ochenta, en la guerra sucia de Estados Unidos en Centroamérica.
Tráiler de Aguirre o la cólera de Dios:
https://www.youtube.com/watch?v=qOxoB3WDQCY
Tráiler de El Nuevo Mundo:
https://www.youtube.com/watch?v=_XOtu-C4NU8
Mientras los grandes poemas épicos y las novelas colonizaban el mundo, las cartas descolonizaban la mente. Para los portugueses, durante décadas Los lusiadas de Camões fue lo que para los españoles el Cantar de Mío Cid: la lección para las escuelas y una de las piezas más importantes para construir la identidad nacional en tiempos de dictadura, hasta que la gloriosa década de los setenta puso punto y final a aquella narración de la Historia con mayúscula.
Pero las cosas no cambiaron de la noche a la mañana. Los cineastas portugueses tardaron en aprender las lecturas transversales del matrimonio Straub/Huillet o Alexander Kluge, hasta que Manoel de Oliveira culminó su proyecto revisionista con Palabra y utopía (2000), utilizando cartas y sermones del padre António Viera para leer entre líneas de la participación lusa en la conquista de América un relato sobre esclavismo, genocidio y prepotencia.
Tráiler de Palabra y Utopía:
He dejado para el final Apocalypto (2006), en la que Mel Gibson no quiere enjuiciar el papel de los europeos en América; lo que le interesa es describir el ambiente de pobreza, enfermedad, hambre, caos y superstición que había en el Imperio Maya antes de que los españoles conquistaran la parte mesoamericana del continente.
Para ello, utiliza elementos muy precisos, como una sequía prolongada, la pérdida de las cosechas, la expansión de enfermedades y la sobrepoblación de las metrópolis, elementos que contribuyen a incrementar el miedo, las supersticiones, los abusos y la paranoia de los políticos, que creen que sólo con continuos sacrificios se pueden solucionar los problemas.
Hasta cierto punto, el paisaje que presenta Apocalypto obedece a la idea de los paraísos perdidos en cuanto penetra en ellos la idea de civilización.
Tráiler de Apocalypto:
https://www.youtube.com/watch?v=T-SN5_oC57A