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Esta propuesta salva a mucha gente que vive en las calles de Medellín

COLOMBIA
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Monica Ibáñez Sarco - Aleteia Colombia - publicado el 21/10/17
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Un servicio de granjas para rehabilitación, modelo también para otras ciudades y alternativa para el asistencialismo

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Al pasar los años los habitantes de calle han incrementado en la ciudad primaveral. Ningún mes es distinto. Siempre se ven niños, jóvenes, adultos y personas muy mayores recorriendo las calles de Medellín buscando qué comer y dónde pasar la noche.

Algunos por ratos están conscientes, otros sumergidos en los vicios de las drogas y el alcohol.  Lo perdieron todo y hay momentos de lucidez que extrañan su vida pasada. Cuando tocan fondo buscan ayuda y no necesariamente encuentran las puertas abiertas.

El último censo realizado por la Universidad de Antioquia, en Medellín hay 2.960 habitantes de calle. Frente a esta realidad, algunas instituciones privadas y públicas se han puesto la camiseta para volverles la dignidad a estas personas que hoy cargan las consecuencias de sus malas opciones.

El otro no es un estorbo

En varias ocasiones, sobre todo en eventos importantes la solución más rápida al problema ha sido esconder a los habitantes de calle para dar la impresión de una ciudad “limpia”.  Sin embargo, con el pasar del tiempo el problema se ha ido incrementando hasta el punto de exigir a los líderes gubernamentales y sociales llegar a la raíz del asunto.

Por ello, desde la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos hace unos años se vienen implementando el servicio de las granjas, modelo que otras ciudades han expresado su interés de replicar para arrebatarles a las calles personas que están en condición de adicción y de delincuencia, para darles nuevas oportunidades.

La Alcaldía de Medellín cuenta con dos granjas de rehabilitación y espera implementar dos más para completar el proceso de resocialización a través de proyectos agrícolas.

Las granjas tienen capacidad para 100 o 120 personas, quienes pasan allí gran parte del día para luego descansar en hostales subvencionados por la Administración Municipal. Hombres y mujeres hasta los 59 años pueden ingresar al programa de manera gratuita.

Una excusa

La idea de quien lidera este reto es cerrar los ciclos de la calle y cambiar el asistencialismo por la formación en herramientas para que puedan lograrlo.

Para el equipo de trabajo que planifica los distintos programas queda claro que el trabajo en la granja es sólo una excusa para tratar otros aspectos que permiten volverles la dignidad a quienes “libremente” la han perdido.

Con los habitantes de calle que durante el día trabajan en las granjas se fortalecen los aspectos de la disciplina, la responsabilidad, el cuidado de los seres vivos y las relaciones personales. Y para ello hay cinco dimensiones en los que se les acompaña: el fortalecimiento personal para entender las situaciones que los dejaron en situación de calle, la continuidad de los proyectos académicos, la búsqueda de oportunidades laborales, el restablecimiento de las relaciones familiares y el establecimiento de nuevas relaciones sociales.

Una vida digna

“Además de las labores de la granja, tenemos psicólogos y trabajadores sociales que nos ayudan con trámites de salud, educación y vínculos familiares. He recuperado a mi mamá, mis hermanas y mis sobrinos. Y me están ayudando a recuperar la microempresa de computadores que tenía antes de caer en las calles”, comparte Julio César Pérez de 55 años a El Tiempo.

Julio César vivió 20 años en la calle y desde hace siete meses hace parte de la granja. Durante estos meses que han pasado no ha probado ni drogas ni alcohol y se siente agradecido por el bien trato recibido. A los medios contó lo gratificante que ha sido para él pasar de la discriminación y la estigmatización que vivió en las calles, a ser tratado con dignidad. Ahora puede comer cuatro comidas al día servidas en plato y no rebuscar los basureros para ver qué encuentra.

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