Santa Teresita de Lisieux tiene reputación de haber sido una mujer tranquila y modesta. Esta descripción se ajusta perfectamente a ella: después de todo, se apoda "pequeña flor".
Santa Teresita desarrolló la habilidad de tratar con gente desagradable con una dulzura que hacía parecer que ella les tenía un cariño especial.
Este ejemplo es muy relevante porque todos tenemos contacto con personas antipáticas con las que, sencillamente, no nos llevamos bien. Nos dan la impresión de que solo existen para molestarnos o hacernos rechinar los dientes.
No podemos escapar completamente de esas personas porque, como muestra la experiencia de santa Teresita, están por todas partes; incluso en conventos llenos de monjas.
Un arte
Santa Teresa dominó el arte de tratar con estas personas difíciles y aprendió a mostrar empatía con ellas. Tal vez fue porque la propia Teresita fue una persona difícil en su juventud. Contrariamente a su reputación, santa Teresa de Lisieux nació con una naturaleza violenta. Su madre decía de ella:
Ella misma asegura en su autobiografía Historia de un alma que, de no haber tenido unos padres tan buenos que la ayudaron a remediar este defecto de carácter, fácilmente podría haber "salido muy mala".
Con el tiempo, se dio cuenta de que tendría que aprender a vivir con personas antipáticas en su vida. Así que decidió poner en práctica estas sabias ideas:
1BUSCA TU AUTÉNTICA VALÍA
Las personas antipáticas son incansablemente negativas. Encuentran algo que no les gusta, sea cierto o no, y se concentran en ello.
La priora, por ejemplo, había decretado que Teresa era perezosa y se lo recordaba continuamente. Después de algún tiempo, es imposible no preguntarse si todas estas críticas estarán justificadas, porque se repiten todo el tiempo, y aunque sean totalmente falsas, eres víctima de este constante torrente de negatividad.
Teresa resolvió este problema dejando de dar importancia a lo que su detractora pensara y buscando su verdadera valía interior.
Decidió hacer su trabajo silenciosamente y sin llamar la atención, para satisfacer su propia estima y honrar a Dios. En realidad, a menudo daba el crédito de su trabajo a otros porque sabía que les alegraría.
Cuando dejó de preocuparse por si la priora había apreciado su trabajo o si la había calificado de vaga, de repente se liberó de la negatividad.
El ejemplo de Teresa no quiere decir que debamos ser indolentes, sino que cuando nos acusan o encasillan erróneamente, no debemos dejarnos atrapar en la batalla.
Cuando la priora la acusaba, ella podría haber contestado y comenzado un altercado verbal, pero sabía que nada de lo que podría haber dicho cambiaría la situación.
Por ejemplo, cuenta la anécdota de que apareció un vaso roto en el convento y que se le acusó erróneamente de no haber recogido los pedazos.
Se dio cuenta de que no importaba quién lo había dejado allí en realidad y que no valía la pena el esfuerzo de probar su inocencia por un vaso roto, así que no dijo nada y lo recogió.
Con el tiempo, las acciones dicen más que las palabras, e incluso las personas antipáticas quedan persuadidas por la consistencia de una persona que despliega su energía para desafiar las expectativas.
3Ama a tus enemigos
Es fácil amar a tu familia y amigos, pero es difícil amar -pase lo que pase- a esa persona que no parece apreciarte.
Ella misma había cambiado gracias al amor y la paciencia de sus padres, así que conocía el poder de amar a alguien que parecía detestable.
Según dijo:
Trataba de prestarle todos los servicios que podía; y cuando sentía la tentación de contestarle de manera desagradable, me limitaba a dirigirle la más encantadora de mis sonrisas”.
Después de cierto tiempo, confiesa que sus sentimientos comenzaron a cambiar de verdad. En definitiva, una persona difícil únicamente puede hacernos daño si nosotros se lo permitimos.
Como ha demostrado Teresa, siempre hay una alternativa. Quizás sea difícil e incluso puede parecer imposible, pero su propio ejemplo nos revela que incluso la persona más antipática tiene el potencial de convertirse en santa.