La Santísima Madre se apareció a tres niños de un pequeño pueblo de Portugal en 1917, llamando al mundo a arrepentirse y rezar el Rosario. Al principio, la única persona que los creyó fue Ti Marto, padre de dos de los niños.
Pero entonces, el 13 de octubre, un milagro prometido, el “Milagro del Sol”, fue presenciado por 70.000 personas, incluyendo escépticos y científicos.
Después de aquello, todos creyeron.
“El sol pintó el mundo de diferentes colores”, describió Ti Marto, que debió de alegrarse tanto como los niños al verlo. “¡Se movió y bailó en el cielo!”.
A partir de entonces, las experiencias en Fátima se convirtieron en un elemento central definitorio de la Iglesia, incluyendo todos los papados hasta Francisco, que canonizó a los niños Marto.
La razón es que Dios gritó un mensaje aquel 13 de octubre que es imposible de ignorar.
Primero: El milagro habló al mundo de la inmensa humildad de Dios
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