Homilía hoy en Casa Santa Marta“Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro”: con estas palabras el profeta Baruc en la Primera Lectura de hoy habla de la desobediencia a la ley de Dios, es decir del pecado, y al mismo tiempo nos indica también cuál es el “verdadero camino” para pedir perdón. Y esto es también el hilo conductor de la homilía del Papa de hoy en la misa de la mañana en la Casa Santa Marta: Francisco recorrió el texto litúrgico deteniéndose principalmente en la realidad del pecado que caracteriza a todos los hombres, como en la profecía de Baruc “sacerdotes, reyes, jefes y padres”:
“Nadie puede decir: ‘Yo soy justo’ o ‘yo no soy como ese o como esa’. Yo soy pecador. Yo diría que casi es el primer nombre que todos tenemos: pecadores. Y entonces, ¿por qué somos pecadores? Hemos desobedecido – siempre en relación con el Señor: Él dijo una cosa y nosotros hicimos otra. Nosotros escuchamos la voz del Señor: Él nos ha hablado muchas veces. En nuestra vida, cada uno puede pensar: ‘¿Cuántas veces el Señor me ha hablado? ¡Cuántas no he escuchado!’. Habló con los padres, con la familia, con el catequista, en la iglesia, en las predicaciones, incluso ha hablado en nuestro corazón”.
Pero nosotros nos rebelamos: este es el pecado, es decir es “rebelión”, es “obstinación” en el seguir las “inclinaciones perversas de nuestro corazón” cayendo en las “pequeñas idolatrías de cada día”, “codicia”, “envidia”, “odio” y en particular, “calumnias”, ese “hablar mal” que el pontífice define la “guerra del corazón para destruir al otro”.
Y es la causa del pecado, como está escrito en la página de Baruc, “han caído sobre nosotros tantas calamidades” porque el “pecado arruina el corazón, arruina la vida, arruina el alma, debilita, enferma”, pero, y esta es la aclaración del Papa, queda siempre un pecado en relación a Dios:
“No es un mancha para quitarte. Si fuera una mancha, bastaría ir a la tintorería y que la quitaran… No. El pecado es una relación de rebelión contra el Señor. Es feo en sí mismo, pero feo contra el Señor que es bueno. Y si yo pienso así en mis pecados, en lugar de deprimirme siento ese gran sentimiento: la vergüenza, la deshonra de la que habla el profeta Baruc: La vergüeza es una gracia”.
Y la vergüenza “abre la puerta a la curación”. Esta es la invitación que el Papa dirige como conclusión de su reflexión, sentir vergüenza frente al Señor por nuestros pecados y pedir ser curados:
“Cuando el Señor nos ve así, avergonzados de lo que hemos hecho, y con humildad pedimos perdón, Él es omnipotente: borra, nos abraza, nos acaricia y nos perdona. Pero este es el camino para llegar al perdón, del que hoy el profeta Baruc nos habla. Alabamos hoy al Señor porque ha querido manifestar la omnipotencia precisamente en la misericordia y el perdón”