Si no lo has notado ya, a lo largo de esta semana lo notarás.
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Esta mañana mi pequeña de 3 años se ha levantado llorando desconsolada. Quería ver a su mamá a toda costa (aunque sólo estaba papá para consolarla). Ayer por la tarde se había pasado una hora enfadada y se había hecho pis encima (un tema superado hace más de un año). Curiosamente, a lo largo del fin de semana he recibido varios correos electrónicos contándome situaciones similares. ¿Qué les pasa a estos pequeñajos?
Unos días después del periodo de la adaptación muchos padres suelen encontrarse ante una situación similar. La novedad ha pasado. Los padres, profesores e incluso el propio niño nos relajamos y entonces comienza a ocurrir. Aunque sus profesores refieren que está contento en clase, en casa aparecen todo tipo de situaciones inesperadas. En algunos casos el niño simplemente está algo malhumorado, pero en otros casos, el niño vuelve a hacerse pis en la cama, vuelve a morder o simplemente se despierta más por la noche. En estos casos estamos hablando de una pequeña regresión. Pero tranquilos, porque no se trata de una regresión demoníaca…
¿Qué son las regresiones? Una regresión es un mecanismo neurológico por el que el cerebro, ante una situación de inseguridad, adopta patrones neurológicos, patrones de comportamiento que en un pasado le funcionaron bien.
Por ejemplo, un niño puede regresar a un comportamiento de demanda de la madre y levantarse llorando y pidiendo ver a su mamá porque, la está necesitando más que antes. Otros niños regresan a patrones de incontinencia y se hacen pis encima. Un bebé que dejó el pecho antes del verano puede volver a demandar teta o el niño que ya estaba durmiendo la noche del tirón, puede volver a despertarse llorando desconsoladamente o pidiendo compañía de papá y mamá.
Esto ocurre con más frecuencia en niños entre 2 y 4 años de edad, aunque se puede extender hasta los 6 u 8 años (de una manera más sutil). Ocurre con mucha frecuencia cuando un niño tiene un hermanito, pero también en otras situaciones como cuando hay una mudanza, muere un familiar o después del periodo de adaptación.
En este caso concreto, el cerebro del niño se siente más inseguro porque está en el cole, un entorno nuevo y porque pasa menos horas con sus padres de lo ha hecho en verano.
Esta inseguridad dispara mecanismos algo anticuados pero que le recuerdan (neurológicamente hablando) a tiempos mejores, momentos de su vida en los que se sentía algo más seguro y como tal encuentra en esos comportamientos cierto refugio y seguridad. Los adultos no solemos retomar comportamientos tan antiguos pero también experimentamos pequeñas regresiones en ciertos momentos. ¿O acaso no has deseado cuando has estado con gripe tomarte una sopa calentita de las que hacía tu madre?
Como ven, todos estos cambios de comportamiento son totalmente normales. Por eso les ofrezco 6 recomendaciones sencillas.
1. Es importante que recuerden que es un mecanismo totalmente natural y que se pasa en unos días.
2. En ningún caso piensen que el niño está buscando marearles, llamar la atención o manipularles. Simplemente lo está pasando mal.
3. Piensen que su cerebro se siente extraño, algo inseguro, y que necesita reconforto.
4. No se enfaden ni arremetan contra el niño. Es el que menos culpa tiene, el pobre.
5. Sean pacientes, esperen unos días a que pase y entre tanto intenten seguir una rutina que haga al niño sentir seguro en casa.
6. Mantengan la calma, sean suaves con el niño y, si en los ratos que no se encuentre demasiado malhumorado se deja, denle muchos besos y cariño.
Seguro que para la semana que viene ya está todo superado (o casi).
Artículo de Álvaro Bilbao publicado inicialmente en su blog “El cerebro del niño”. Álvaro Bilbao es autor de “El cerebro del niño explicado a los padres” (Plataforma editorial),