Our Souls at Night: Es joven el viejo que desea

Esta es una película extraordinaria, con actores extraordinarios.

Louis Waters (Robert Redford) y Addie Moore (Jane Fonda) son viudos. Louis no duerme ni se concentra desde que Addie llamó a su puerta para hacerle una extraña proposición. Addie le ha pedido que vaya a dormir con ella; al menos, de vez en cuando. No es una propuesta de matrimonio ni es sexo; se trata de hablar y hablar en la cama hasta caer dormidos. Ambos están solos, y si hay alguien amable junto a Addie, por fin podrá dormir de nuevo y aliviar su soledad.

Louis aceptará la propuesta. Al fin y al cabo, la tele es su única compañía. Pero, ¿hablar de qué? Del tiempo, ni que sea. ¡Cómo nos gusta hablar en la cama! La compañía amable del otro siempre dispara lo mejor de uno, de modo que poco a poco aparecerán sueños frustrados, secretos, temores y el deseo de tomar una segunda oportunidad en la vida, ahora que ya no hay nada que perder. Sin embargo, estamos en Colorado, donde todo el mundo chismorrea.

En esta vida, no todo tiene que ser superficialidad, sexo, o amor de relleno. Esto va de algo más. De dejar entrar en esa intimidad profunda que tantas veces escondemos. En Nosotros en la noche pasamos de la compañía de la tele a la compañía del otro; del crucigrama como pasatiempo al arte como vocación; de la pasividad a la vida; del ir tirando al deseo de vivir. Y todo ello en esa vejez estigmatizada en nuestra cultura del descarte. Ser viejo, no sirve para nada. ¿Qué van a desear dos ancianos al final de su vida en una cinta? Pues, todo. Vivir y sentirse vivido. Amar y ser amado.

En nuestra sociedad, la vejez aterra; cierto. Por eso, este film es tan apropiado: cuando la vejez se ve como una etapa de la vida para dar alegría, sabiduría y esperanza, uno vuelve a vivir, y con él viven los otros. ¿Cuántas veces han visto a viejos como protagonistas de un film? Está A propósito de Schmidt, Sang Woo y su abuela, El hijo de la novia, Gran Torino, Up, Elsa&Fred, El exótico Hotel Marigold, Madadayo, Ahora o nunca, etc. En la mayoría de ellas el abuelo siempre aparece en contraste con algo o alguien; no es el centro de la cinta por completo. Está siempre la relación del anciano con un joven, o la transmisión de una tradición como si el abuelo fuera un museo vivo, o el viejo como un tipo que decide vivir lo máximo hasta el último momento. En Nosotros en la noche la cosa no va así, y los protagonistas se convierten en arquetipo de un modo de vivir en el que si uno no se atreve a desear es viejo.

Presentado en el Festival de Venecia de este año, este romance otoñal de tinte clásico es un auténtico viaje hacia la vejez tan políticamente incorrecta y poco visible. Gracias le sean dadas a Robert Redford por producirla e interpretarla sin esconder su vejez (81 años) y contar con Jane Fonda (79 años). Mola ver cómo dos de los seres humanos más bellos del mundo muestran sus arrugas o torpeza y nos siguen resultando exquisitos y atractivos. No en balde, sus interpretaciones inmaculadas, perfectas y elegantes en la cinta les valieron a sus dos protagonistas el León de Oro a toda su carrera.

Basada en la novela homónima de Kent Haruf, y adaptada con pulcritud, Batra le ha sabido dar a la cinta una exigencia formal que potencia el tiempo y la belleza y que evita el romance rosa o el melodrama barato. De este modo, hace justicia con el libro y con esa vejez como sed de sabiduría y vida que Haruf reclamó en su último libro. Louis y Addie transmiten amor a la vida, necesidad de un nuevo inicio, de empezar de nuevo siempre. El respeto a los abuelos es respeto a la memoria y al futuro de un pueblo. ¿Puede un hombre viejo nacer de nuevo? Sí. Y quien lo hace se convierte en tesoro para todos.