A principios de la década de 1590, décadas antes de que los primeros peregrinos de la Nueva Inglaterra llegaran a Plymouth Rock en América del Norte, seis frailes franciscanos españoles establecieron una misión en una isla barrera frente a la costa de Georgia para ejercer su ministerio sirviendo a los habitantes de aquella isla, los indios de Guale.
La misión Santa Catalina de Guale en la Isla Santa Catalina fue uno de los lugares de la iglesia católica más antiguos en América del Norte, fundado más de 150 años antes de la llegada de san Junípero Serra a California y pocos años después de la fundación de la misión en San Agustín, Florida. A pesar de este mérito, su historia no es muy conocida porque, durante siglos, la misión de la Isla Catalina se consideró “perdida”.
La historia es trágica. En 1597, los cinco frailes que vivían en la misión fueron brutalmente asesinados por los indios Guale. Después de que los frailes aprendieran el idioma guale, predicaran el Evangelio y vivieran pacíficamente con la población nativa, se desató una rebelión cuando el fraile Pedro de Corpa se negó a permitir que un hombre guale bautizado tomara una segunda esposa.
Fray Pedro fue asesinado el 14 de septiembre de 1597 y su cabeza fue expuesta en una pica en la costa de la misión. Los otros cuatro franciscanos fueron asesinados de una forma similar. Han sido propuestos para la santidad y la causa para su canonización está en proceso.
Para mediados del siglo XVIII, todo rastro de la existencia de una misión había desaparecido. Unos 300 años más tarde, un equipo de arqueólogos empezó a excavar en la zona. Además de vasijas y puntas de flechas indias, los investigadores encontraron cuentas de rosario y medallas cristianas. Las excavaciones revelaron la presencia de una plaza rectangular rodeada por la iglesia y el monasterio de la misión. Para el año 2000, cuando cesaron las excavaciones, los arqueólogos habían encontrado más de 2 millones de utensilios en el lugar.