¿Es posible que una escuela pueda combatir la malnutrición?
Hay muchos niños que no pueden asistir a clase diariamente por estar malnutridos y muchas escuelas no cuentan con un complemento alimentario para ellos. Por otro lado, la sobrealimentación y una inadecuada elección de alimentos, predispone a los niños a presentar sobrepeso y obesidad con el riesgo de desarrollar patologías asociadas como la hipertensión o diabetes.
En la actualidad es un problema preocupante a nivel mundial, estos padecimientos están ganando cada vez más terreno, ya son unos 640 millones de personas malnutridas en América Latina y el Caribe.
Por esta razón, una de las formas que se propuso para combatir la obesidad y el hambre en América Latina es a través de las escuelas sostenibles. Pero nos surgen preguntas: ¿Es posible que una escuela pueda combatir la malnutrición?¿Qué son y a quiénes ayudan las escuelas sostenibles? ¿Y nosotros podemos hacer algo?
Efectivamente, una escuela puede combatir la malnutrición a través de la educación alimentaria y nutricional. Se puede enfrentar la obesidad y desnutrición a partir del consumo de alimentos frescos, saludables y locales en la alimentación escolar.
Además puede desarrollar actividades que involucren a toda la comunidad educativa y a sus familias. Por otra parte, en la escuela se modifican los menús a partir de un Plan Nutricional realizado por una nutricionista y la realización de un Estudio del Estado Nutricional de los Estudiantes (EENE) para de esta manera adoptar un menú escolar saludable y de acuerdo a su cultura.
Huertos escolares
Entre las actividades que se realizan está la del montaje de huertos escolares pedagógicos con la finalidad de llevar a cabo un aprendizaje lúdico y saludable de los alumnos, a la vez que se les guía para una mejora de sus hábitos alimentarios.
Es importante también formar a maestros en esta temática, a madres en las meriendas y a los estudiantes a producir alimentos, técnicas de cultivo y control de plagas.
Se reforman las cocinas de la institución y los comedores para alcanzar la inocuidad alimentaria y mejorar la calidad de los productos ofrecidos en la escuela facilitando de este modo la educación alimentaria y nutricional.
Se promueve el desarrollo de la economía local y el empoderamiento de la comunidad a partir de la compra directa de alimentos para la escuela producidos en el entorno escolar (agricultura familiar).
Se ofrece también a los estudiantes en el comedor escolar un plato diario como refuerzo nutricional, elaborado con legumbres, hortalizas y otros productos naturales.
América Latina y Caribe sin Hambre 2025
Esta iniciativa comenzó en 2009 para el fortalecimiento de los Programas de Alimentación Escolar del Programa de Cooperación Brasil-FAO, como parte de las actividades del proyecto regional llevado a cabo por la Organización de la Naciones Unidades para la Alimentación y la Agricultura (FAO sigla en inglés) y financiado por el Gobierno de Brasil, en el marco de la iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre 2025.
El objetivo es que ofreciendo y educando en una alimentación adecuada, saludable, continua, universal y sostenible en las escuelas se ponga énfasis en el derecho humano a la alimentación y el desarrollo de buenos hábitos alimentarios.
Estas actividades se desarrollaron primero en Brasil con mucho éxito y actualmente en 13 países de la región como: Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay, Perú, República Dominicana y Santa Lucia. En 2016 se extendió a los países del Caribe, Belice, Guyana, Granada, Jamaica, San Vicente y las Granadinas.
¿Y nosotros, qué podemos hacer?
Todos de una manera u otra somos instrumentos para que los niños tengan a una comida saludable y nutritiva.
Así como este programa, nosotros podemos poner nuestro granito de arena, ya sea desde nuestro hogar educando a nuestros niños desde pequeños el valor y el cuidado de los alimentos, enseñándoles a través de los sentidos color, sabor, textura, y aromas características propias de cada alimento.
Otra forma puede ser, realizando juntos un pequeño huerto, no importa que sea pequeño, se puede conseguir macetas y plantar hierbas o algún vegetal como la acelga o fruta (frutilla) fácil de cuidar y que se adapte al lugar.
Educar a los niños de hacer un uso responsable de los alimentos y, si se puede, compartir con el que más lo necesite son distintas maneras de comenzar desde la infancia a cuidar de nuestra alimentación y, porqué no, de la de los demás. Al crear buenos hábitos alimentarios y fomentar valores como el compartir con otros lo que se tiene se puede contribuir a la lucha contra el hambre y prevenir patologías como el sobrepeso y la obesidad.