Entrevista exclusiva a Ettore Balestrero, Nuncio Apostólico en Colombia, sobre el Balance de una visita pastoral que ha conmovido al Pontífice.“En Colombia el diablo ha creado divisiones, pero no ha vencido.”, dijo el papa Francisco el miércoles 13 de septiembre de 2017 durante la audiencia general haciendo un balance precisamente del viaje apostólico apenas realizado (6-10 de septiembre). Francisco habló también del deseo de vida y de paz en los ojos de miles de jóvenes reunidos en la plaza de Bolívar en Bogotá.
El Nuncio Apostólico en Colombia, monseñor Ettore Balestrero destacó que el Papa con sus gestos nos enseñó el valor de la vida”, sobre la importancia que tiene “a cualquier precio de salvaguardarla y la importancia de cada persona”.
De esta manera, invitó a que los colombianos sean las manos del Cristo mutilado de Bojayá para acoger a pobres y necesitados.
Asimismo, comentó que el viaje apostólico del Papa a Colombia es un camino abierto puesto que “Cristo es más fuerte que el odio”. Jesús “nunca abandona a su pueblo, nunca estamos solos, siempre el Señor nos acompaña, la vida merece siempre ser vivida”.
“Hay que descubrir el sentido, tal vez del dolor y del sufrimiento. Los azotes nos permiten descubrirlo; precisamente mientras llegamos al abismo del dolor, descubrimos que ese sentido verdadero no estaba donde nosotros lo buscábamos, sino que está en el amor y que en el amor está también el dolor”, expresó monseñor Ettore Balestrero.
“Experimentamos el dolor, pero para descubrir el amor”, destacó.
En lo que se refiere a la visita del Pontífice a Colombia, este magno evento de la fe, “nos ayudó a descubrir que la iglesia está presente, está viva, la fuerza de la iglesia, el corazón de los colombianos, el poder de Dios a través de su iglesia que está todavía muy presente y que tenemos un pueblo arraigado en Cristo. Un pueblo que nosotros como pastores tenemos que acompañar, orientar y ayudarle a vivir en la plenitud de este deseo que tiene fuerte en su corazón”.
Balestrero hizo una lectura de la manifestación de afecto que el Papa tuvo con Colombia dedicándole gran parte de la audiencia general del pasado miércoles en la que dijo que la experiencia en Colombia le había hecho mucho bien y a la Iglesia.
“Creo que el papa Francisco vio en el rostro de los colombianos el dolor, el sufrimiento, decenas de años de guerra y de conflicto. Al mismo tiempo, contempló la esperanza en los ojos de los colombianos y dijo que cuando veía a los padres que presentaban a sus hijos- al mismo pontífice – era como si expresaban: ‘Este es mi futuro, esta es mi esperanza’. ”, comentó el Nuncio.
“Dios es más fuerte que el mal, el amor de Dios es más fuerte que el odio, que la venganza. Colombia tiene sed de esperanza. Colombia tiene sed de un futuro diferente y gracias al papa Francisco se recordó que tiene la fuerza, la capacidad para construirlo y que no está sola. El Papa nos lo dijo: ‘No están solos, somos muchos que queremos acompañarlos hacia un futuro mejor.”
“Esto creo que anima a todos los colombianos y esto es lo que llena sus corazones de esperanza, de voluntad. Después de que el Papa ha venido para ayudarnos a dar el primer paso, ahora nos da el segundo paso hacia la esperanza, un segundo paso hacia un futuro mejor”, agregó.
En Villavicencio fue la etapa de las víctimas de la violencia ¿Qué sentimientos le pudo manifestar el papa Francisco sobre el encuentro que tuvo con estas víctimas?
Yo creo que los sentimientos del Papa se expresan en su discurso cuando dijo: Esta gente ha sufrido, pero no es un dolor inútil. Esto ayudó al Papa a entrar en el corazón de Colombia, a percibir y a sondear la profundidad del dolor. Por otro lado, también la profundidad del amor y la fuerza del amor que en fin es fuerza de Dios. Porque Dios está en el corazón y tiene una fuerza mayor que la del odio. Él nos sondeó el tema y entendió esto como un mensaje.
El mensaje es que el Papa ha sido un peregrino de fe, un peregrino de esperanza. Es la persona que puede ayudar a los colombianos y que los colombianos desean que él ayude a dar un paso hacia un futuro diferente. Para los colombianos a lo mejor es difícil, pero alguien de afuera, alguien como el Papa, que en nombre de Dios, se acerca y sabe llegar a las puertas más sensibles, más profundas del pueblo colombiano; es la ayuda que necesita este mismo pueblo para cambiar, para tener un futuro de esperanza, un futuro verdaderamente de unión a Dios, de unión a todos los más respetuosos e influyentes de todos los demás.
El Cristo de Bojayá fue un símbolo de ese costado herido de los inocentes de esta guerra y pues este Cristo sin brazos y sin piernas llama todavía y es un símbolo ¿Usted cree que el país ha tomado mayor esperanza para sanar esas heridas aun abiertas en Colombia?
Yo creo que el pueblo se ha identificado muchísimo con las palabras del Papa, es decir que es un Cristo sin brazos, es un Cristo sin piernas, pero es un Cristo que sigue adelante. Entonces, muestra como el amor tiene una fuerza más grande, más intensa que el odio. Que Dios es más fuerte que el mal.
También se percibió que los colombianos tienen que ser las manos que sanan; que acogen. Tienen que ser los brazos que no tiene este Cristo […]para abrazar el dolor de tantos colombianos. Creo que los colombianos tienen la conciencia de este dolor. Pero, el Papa les ha dado la esperanza y la confianza que se puede sanar estas heridas y que los colombianos mismos son los responsables para sanarlas y que no están solos porque el Papa esta con ellos, porque la iglesia los acompaña, porque Cristo está a la cabeza de ellos para ayudarlos con su vida, con su ejemplo a sanar todas estas heridas.
El papa Francisco cuando estaba aquí en la Nunciatura apostólica en Bogotá llegaba de sus viajes muy cansado, extenuado, pero se veía que cuando estaba en contacto con la gente tenía una fuerza distinta, mucha esperanza en sus ojos y hubo momentos muy emotivos. El Papa encontró muchas personas, ex habitantes de la calle, niñas especiales, enfermos… ¿Qué le manifestaba el Papa de estos encuentros tan emotivos?
Esos eran momentos un poco menos protocolarios, más familiares, aunque si siempre había mucha gente. El Papa hacia una síntesis porque el tema de cada noche era el tema de la jornada y recogía los sentimientos de las personas que se habían dirigido a él y le daba una orientación y esto creo que muestra la grandeza del papa Francisco, en el sentido de saberse identificar con las personas, ser muy humano, ser muy atento a cada persona y capaz en pocos segundos de dar una orientación que ayuda a esta persona para la vida y que también es una iluminación para otras personas.
Yo soy testigo de una persona que me ha dicho: ‘Yo pensaba ya que mi vida, así como es no tenía más sentido, pero el Papa me expresó que en la fidelidad esta la fuerza de la vida y el sentido de la misma y yo quiero seguir adelante. Entendí que era yo el que me equivocaba que no era capaz de vivir con fidelidad mi vocación.’
Esta persona lo captó en pocos segundos para entender este mensaje y para acogerlo. Allí está la grandeza de la persona y para decidir de cambiar.
Hubo un encuentro con los consagrados, sacerdotes y sus familiares en Medellín donde el Papa se sale del discurso y habla de la vulnerabilidad y cita a la niña María que encontró aquí en la Nunciatura ¿Este no es un gesto que podríamos leer como que el Papa se le mueven las entrañas cuando ve los ojos y el dolor de las personas? ¿Cómo lo ve usted?
Así es, el Papa se identifica con el dolor de todas las personas. Yo pienso que él encuentra millones de personas, pero a cada una le deja una huella. Y él se asocia y comparte esa experiencia de cada ser humano.
Él comparte la condición de vida y quiere ayudar con la luz de Cristo, con la luz del Evangelio a asumir su condición de vida. Y el Papa mismo la asume con la persona, pero la asume de manera redentora, es decir dándole también un camino de fe, que es la luz de la esperanza y del Evangelio.
La gente de a pie habla mucho de los gestos del papa Francisco, uno muy visible fue el encuentro de papa Francisco y Consuelo Córdoba y que ocurrió también aquí fuera de la nunciatura el sábado 9 de septiembre. Esta mujer desfigurada a causa de un atentado que le hizo su pareja en el 2001 con ácido, símbolo de la violencia contras las mujeres ¿Nos puede comentar ese momento?
Para mí fue muy fuerte y después sabiendo lo que dijo la señora (Consuelo) Córdoba. Ella ya había establecido la fecha para la eutanasia (29 de septiembre) y expresó que después de éste encuentro con Francisco decidió que no, que esto no es su camino.
Yo probé la fuerza de Dios y entendí que las heridas más profundas no eran las quemaduras que ella tiene, sino la falencia de amor, el abandono, la soledad. Pienso que todos somos responsables de esto y todos tenemos que juntarnos. El Papa en pocos segundos le dio la fuerza en nombre de todos, le manifestó de que la vida tienen un valor más grande, que merece ser vivida.
Porque la vida es una ocasión para dar testimonio de Dios y de la obra que Dios hace. Y Dios actuó en esta señora, una víctima que buscaba la eutanasia se convierte en un testimonio de amor, en un testigo, un testimonio de la vida; ella que buscaba la muerte y creo que esto será un mensaje muy profundo acerca del valor de la vida, de la importancia de vivir siempre en cualquier situación porque el amor nunca faltará. Y todos podemos vivir el amor y todos tenemos que testimoniarlo para que los otros descubran el sentido verdadero de la vida. Que no está en la salud, que no está en la eficiencia, que no está en la juventud, sino está en el amor.
El amor esta siempre. Porque Dios se queda. Entonces, nunca se puede acabar con la vida humana. El Papa nos enseñó a través de un gesto. En 15 segundos, dio una enseñanza sobre el valor de la vida, sobre la importancia a cualquier precio de salvaguardarla y la importancia de cada persona.
Parece que los gestos del papa Francisco valieran más que mil encíclicas porque hacer cambiar a una persona tan radicalmente…
Yo pienso que sirven son los dos: sirven las encíclicas y los gestos. Porque Dios nos salvó como dice el Concilio Vaticano II a través del “verba et gestatus”, es decir, con las palabras y con los gestos. Y nosotros tenemos que hacer lo mismo y el Papa nos enseña; con sus enseñanzas, nos da la orientación, con sus gestos, corrobora lo que dice y nos muestra que es posible vivir según lo que pide Jesús.
¿Una combinación coherente?
Una combinación coherente, iluminadora y esperanzadora.
-Fin-