El Papa reflexiona sobre el “misterio de amor” constituido por el árbol noble y fiel de la Cruz. El papa Francisco retomó esta mañana la misa en Santa Marta, tras la pausa estiva. En la Fiesta de la Exaltación de la Cruz, ha advertido durante su homilía sobre las dos tentaciones espirituales frente a la Cruz de Cristo: por una parte la de pensar en un Cristo sin cruz, es decir, hacer de Él “un maestro espiritual”, y por otra, la de una cruz sin Cristo, es decir estar sin esperanza en una especie de “masoquismo” espiritual.
El corazón de la reflexión del Papa fue el “misterio de amor”, constituido por la Cruz. La liturgia habla como de un árbol, noble y fiel. Francisco subraya que no siempre es fácil entender la cruz. “Sólo con la contemplación se va adelante en este misterio de amor” afirma. Y Jesús cuando quiere explicarlo a Nicodemo, como recuerda el Evangelio contemporáneo, usa dos verbos “subir” y “descender”: Jesús descendió del Cielo para hacer que todos subamos al Cielo”. “Éste – reafirma el Papa – es el misterio de la cruz“. En la Primera Lectura para explicarlo san Pablo dice, de hecho, que Jesús “se humilló a sí mismo”, haciéndose obediente hasta la muerte en cruz:
“Este es el descenso de Jesús: hasta lo más bajo, a la humillación, se vació de sí mismo por amor, y por eso Dios lo exaltó y lo hizo subir. Solo si logramos entender este descenso hasta el final podremos entender la salvación que nos ofrece este misterio de amor”.
No es fácil, sin embargo, observa Francisco, porque siempre existen tentaciones de considerar una mitad y no la otra. Tanto es así que san Pablo dijo una palabra fuerte a los gálatas “cuando cedieron a la tentación de no entrar en el misterio de amor sino explicarlo”. Como la serpiente encantó a Eva y en el desierto envenenó a los israelitas, así fueron encantados “por una ilusión de un Cristo sin cruz o de una cruz sin Cristo“. “Estas son las dos tentaciones” en las que se detiene el papa Francisco. La primera es, por lo tanto, la de un Cristo sin cruz, es decir hacer de él un “maestro espiritual”, que te lleva adelante tranquilo:
“Un Cristo sin cruz que no es el Señor: es un maestro, nada más. Es lo que, sin saberlo, quizá buscaba Nicodemo. Es una de las tentaciones. Sí, Jesús qué bueno el maestro, pero… sin cruz, Jesús. ¿Quién los ha encantado con esta imagen? La rabia de Pablo. Presentado Jesucristo pero no crucificado. La otra tentación es la cruz sin Cristo, la angustia de permanecer abajo, disminuidos, con el peso del pecado, sin esperanza. Es una especie de “masoquismo” espiritual. Sólo la cruz, pero sin esperanza, sin Cristo”.
La cruz sin Cristo sería “un misterio de tragedia”, dice, como las tragedias paganas:
“Pero, la cruz es un misterio de amor, la cruz es fiel, la cruz es noble. Hoy podemos tomarnos algunos minutos y cada uno preguntarse: ¿el Cristo crucificado, para mí es misterio de amor? ¿Yo sigo a Jesús sin cruz, un maestro espiritual que llena de consuelo, de buenos consejos? ¿Sigo la cruz sin Cristo, siempre lamentándome, con este “masoquismo” del espíritu? ¿Me dejo llevar por este misterio de descenso, vaciamiento total y exaltación del Señor?”.
Y el Papa concluye deseando que el Señor dé la gracia “no digo de entender, sino de entrar” en este misterio de amor: “y luego con el corazón, con la mente, con el cuerpo, con todo, entenderemos algo”.