Leandro contó su historia a los medios y no pararon los donativos para que pudiera viajar a la India y disfrutar de un sueño muy especial
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Leandro Bustos, de Córdoba (Argentina), aprovechaba los fines de semana sin colegio para vender turrones en la calle y ayudar a su padre jubilado. Durante la semana, incluso sin descuidar el colegio en el que era abanderado, lo ayudaba en la venta ambulante de artículos de limpieza. Huérfano de mamá, vivía con papá y tres de sus siete hermanos. Hasta hace pocos meses nunca había salido de su provincia natal, y mucho menos, de su país. Hoy está en la India, viviendo una experiencia de estudio increíble con estudiantes de todo el mundo.
Leandro superó dificilísimos exámenes de todo tipo y obtuvo una beca para cursar un bachillerato internacional en la India, durante dos años, con comida y albergue incluido. Pero desde la humildad de su familia, aún con el esmero y el trabajo ambulante, abordar los costos de pasaje, seguros, trámites de visa y gastos varios que él pudiera tener en el país asiático, eran imposibles. Así que Leandro contó su historia, trascendió los medios, y un aluvión de solidaridad lo subió al avión y le permitió ya estar viviendo su experiencia única en el campus de Mahindra College, de Pune, donde cursa un bachillerato internacional con jóvenes de todo el mundo.
Su provincia se comprometió a pagarle todos los pasajes. Empresas de turismo se habían ofrecido a lo mismo. Amas de casa, decenas de personas que no conocían de Leandro más que por los periódicos y portales de internet hicieron llegar su colaboración. Hasta el club de fútbol de sus amores, Belgrano de Córdoba, le entregó una credencial especial para que vaya al estadio sin costo, beneficio que hoy desde la India no puede gozar.
En la India pudo recorrer los bellos paisajes que rodean el campus, pero también ir a la ciudad, en la que, como relató al diario Clarín, le impresionó la pobreza, “gente que la está pasando peor que nosotros”, aseguró al diario. Como declaró a ese periódico, extraña a su papá, a sus hermanos y amigos, con los que se comunica por Whatsapp. Cursa todas las mañanas de lunes a viernes, en inglés, y por la tarde camina por el campus.
Leandro tiene por delante meses de estudio y aprendizaje, y luego una vida universitaria que asoma promisoria. Hoy vive una experiencia única, gracias a una oportunidad que él se ganó por méritos académicos y humanos, y a la solidaridad de todos los que apoyan a este joven que vendía turrones en la calle para ayudar en su casa.