Las fresas y los fresones son unas de las frutas más apreciadas e irresistibles y, a diferencia de otros manjares, son puro beneficio para nuestra salud
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Fresa, frutilla, strawberry, morango… son muchas las formas de llamarla de acuerdo al país en que nos encontremos, pero no cabe duda de que la reconocemos enseguida cuando la vemos, por su color, forma, aroma y sabor.
Ya los romanos la recolectaban y cultivaban. En América fue utilizada primero por los indígenas y luego por los españoles, quienes la llamaron frutilla.
La frutilla aporta muy pocas calorías, muchas vitaminas y minerales
Su principal componente es el agua en un 95%, y las calorías no son más de unas 35 kcal (en 100 gramos), luego le siguen los carbohidratos con un 5 % (fructuosa y glucosa principalmente). El contenido de proteínas y grasas es casi insignificante.
Posee vitaminas muy importantes que cumplen distintas funciones en el organismo. La que más se destaca es la vitamina C, por su función antioxidante al igual que la vitamina E y los flavonoides (antocianos, que son pigmentos vegetales que otorgan a estas frutas su color característico). Pero no menos importante es su rol mejorando o previniendo la anemia ferropenica al ayudar en la absorción del hierro proveniente de los alimentos.
La abundante presencia de acido fólico o folatos es muy valiosa ya que cumple una función inmunológica, e interviene en la producción de glóbulos rojos y blancos, además ayuda en la prevención de alteraciones del sistema nervioso central del bebé (espina bífida) durante el embarazo.
De los minerales los principales son el potasio, el fósforo y el magnesio. Sobre todo el potasio es necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal. Cabe destacar el contenido de sodio de esta fruta que al ser muy bajo es aconsejable en personas hipertensas.
Además, son fuente de fibra. Ayuda mejorando el tránsito intestinal y evita el estreñimiento.
Contiene ácidos orgánicos, como el ácido cítrico que posee una acción desinfectante y alcalinizadora de la orina, y a su vez potencia la acción de la vitamina C. El ácido málico y oxálico también están presentes, y en menos cantidad se encuentra el ácido salicílico.
Es beneficioso su consumo frente a situaciones como:
Ácido úrico elevado, por poseer propiedades alcalinizante favorece la eliminación de ácido úrico a través de la orina.
Arteriosclerosis, recomendable por su poder antioxidante, y por contener bajo nivel de sodio y grasas y ser rica en potasio, que ayuda en los casos de infarto de miocardio; y en el caso de falta de riego sanguíneo tanto en miembros inferiores como en el cerebro.
Estreñimiento: ayudan a regular el tránsito intestinal por su alto contenido en fibra soluble. Además, actúa como desinflamatorio lo que es favorable en caso de hemorroides y trastornos hepáticos.
Cáncer: por ser un alimento con antioxidantes es beneficioso en personas que padecen esta enfermedad o que ya salieron de la misma.
Pero hay personas que deberían moderar el consumo
Los alérgicos a la aspirina, ya que pueden serlo también a las fresas, provocándoles picor y erupción cutánea, por la presencia de ácido salicílico.
Personas con tendencia a la formación de cálculos urinarios de oxalatos, también porque las fresas contienen ácido oxálico.
¿Cómo elegirlas y conservarlas?
La fresa es una fruta que podemos conseguir durante todo el año, pero a distintos precios, por ello lo mejor es en la cosecha que se da en primavera.
Por su sabor, las más sabrosas son la recién cosechadas y de las variedades Yvahé, Guenoa y Camarosa.
Observar el aspecto: deben ser rojas en toda su superficie, firmes, y que presenten el cáliz o cabito fresco.
Si es para repostería preferir las más de mayor tamaño.
Con respecto a su conservación, la fresa es muy perecedera, su vida útil no supera los 7 días, por lo tanto, se deben tener en cuenta algunas recomendaciones:
- Para cuidarlas de golpes y daños, guardarlas en envases rígidos y no bolsas.
- Mantenerlas refrigeradas, pero sin congelar.
- No guardarlas muy juntas entre ellas.
- Lavarlas antes de consumir y no antes.
Es preferible consumirlas crudas ya que durante la cocción pierde la mayoría de sus propiedades antioxidantes, y de esta manera se pueden aprovechar también sus importantes nutrientes y beneficios para la salud.