Luc Besson vuelve a la ciencia-ficción más pura con esta ambiciosa adaptación de un popularísimo cómic francés nacido en los años 70
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En realidad, Luc Besson ya se había aproximado previamente, aunque fuera de manera más o menos indirecta, al mundo de Valerian, agente espaciotemporal. Al fin y al cabo, contó con la ayuda del dibujante de dicha bande dessinée, Jean-Claude Mézières –y, justo es apuntarlo, de Jean Giraud, el artista más conocido como Moebius– para diseñar el mundo futurista de El quinto elemento, que puede verse ahora como una especie de primer esbozo, un diseño a mano alzada, de la ambiciosa incursión en la ciencia-ficción futurista que supone Valerian y la ciudad de los mil planetas.
A pesar de su título, la película se basa más en el álbum El embajador de las sombras que en aquel que le da nombre –del que, en realidad, solamente adapta pequeños detalles sin demasiada importancia–.
Una elección que no es anecdótica: no solamente es uno de los cómics más populares de la serie –y uno de los más influyentes, por su gran riqueza imaginativa–, sino además es uno del que están ausentes los saltos temporales de otras de las historias de Pierre Christin y Mézières.
Eso le permite construir una narración mucho más compacta, más clara, eludiendo algunas de las complejidades intrínsecas a la narrativa original –como el hecho de que Laurine proceda, en realidad, del siglo XI, de donde es rescatada por Valerian– para concretar y refinar la historia pensando en el público que no conoce la bande dessinée que editaba Dargaud.
El largometraje resultante es un auténtico dechado de imaginación visual, que bebe con abundancia, y notable tino, de los mundos y las criaturas de Mézières, pero que también aprovecha su estructura de narrativa serial –hay que pensar que hasta su décimosegunda aventura, Valerian, agente espaciotemporal se publicaba primero por entregas en la revista Pilote y luego se recopilaba en álbumes– para construir un relato que es puro pulp, desenfadado y divertido, y que mantiene a sus protagonistas en constante movimiento, enfrentándolos a peligros continuos.
Aunque la adaptación de Besson no resulte tan agresivamente política como los guiones de Christin, aun así no deja de reflexionar en segundo plano, bajo su manto de ciencia-ficción espacial y futurista, sobre las políticas exteriores de los países supuestamente civilizados, y la auténtica dejadez con la que se abordan las consecuencias de determinados conflictos bélicos y, sobre todo, sus consecuencias humanitarias.
Cierto es que la pareja protagonista está un poco descompensada –mientras Dane DeHaan logra hacer simpático un héroe, sobre el papel, al borde de lo irritante, en cambio Cara Delevingne tira por los suelos la oportunidad de recrear a un auténtico mito de los cómics–, pero, por suerte, están rodeados por un estupendo grupo de actores secundarios que, en sus breves apariciones, logran elevar la función y llevar Valerian y la ciudad de los mil planetas a las alturas que la bande desinée original se merece.
Incluso con sus irregularidades, que las tiene, Besson ha logrado uno de los blockbusters más simpáticos y más disfrutables de la temporada veraniega.
Ficha Técnica
Título original: Valerian and the City of the Thousand Planets
Año: 2017
País: Francia
Género: Ciencia-ficción
Director: Luc Besson
Reparto: Dane DeHaan, Cara Delevingne, Clive Owen, Rihanna, Ethan Hakwe, Herbie Hancock