El país sudamericano está acostumbrado a lidiar con movimientos sísmicos y a estar en alerta
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Chile es un país de volcanes y sobre eso no cabe la menor duda. Tiene la segunda mayor cadena volcánica del mundo y se estima que a lo largo del territorio chileno hay más de 2.000 volcanes, de los cuales 500 se consideran geológicamente activos. Incluso hay unos 60 que cuentan con registros eruptivos históricos.
Ya el sacerdote e historiador jesuita Diego Rosales, en su libro Historia General del Reino de Chile (obra escrita en 1674, pero hecha pública dos siglos después) había informado sobre la erupción del Volcán Antuco –llamado Angol por el misionero jesuita- en el año 1624.
Ahora bien, ¿qué sucedería si además de esto hubiera un supervolcán? Es una de las incógnitas que desde hace varios años viene desvelando a un grupo de científicos que han seguido de cerca un caso particular.
Se trata del Complejo Volcánico Laguna del Maule, en la región del Maule, y ubicado en la provincia de Talca. Uno de los principales aspectos que ha generado la atención de la comunidad científica tuvo que ver con el levantamiento a ritmo acelerado del suelo debajo de la laguna.
Sin embargo, un reciente estudio científico internacional que contó con la participación del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) de Chile dio cuenta que la fuente de magma “no se está inflando como antes” a pesar de que el proceso no se ha detenido.
“Un nuevo estudio publicado este año muestra que en realidad la cámara magmática de la laguna, si bien es enorme, no es tan grande como se pensó en un comienzo, y ciertamente no es un supervolcán”, expresó en una columna de opinión de La Tercera Cristian Farías Vega, doctor en Geofísica de la Universidad de Bonn en Alemania y profesor asistente en la Universidad Católica de Temuco.
Es que para que se pueda acuñar el término “supervolcán” se necesita que la acumulación de magma sea realmente extraordinaria (mil veces más grande que la de un volcán tradicional). En el mundo hay varios sitios a los cuales se los ha asociado con este concepto. Uno de ellos, por ejemplo, Yellowstone, ubicado al oeste de Estados Unidos entre los estados de Montana y Wyoming.
Pero el propio analista siguió reflexionando sobre el caso chileno:
“Pareciera ser que la presión interna dentro de la cámara no es tan grande como para romper la roca que forma el suelo por encima de ella. Por lo tanto, si bien aún hay un riesgo de una erupción muy explosiva, el escenario no sería tan terrible como se pensaba en estos últimos años” .
Más allá de que el reciente estudio lleva un poco más de tranquilidad, esto no significa que haya que descuidarse y no seguir de cerca de forma constante todo lo que suceda en la zona.
Un país acostumbrado a los volcanes
El país sudamericano, con la cordillera de los Andes como uno de sus principales emblemas, ha desarrollado en los últimos años una verdadera red de vigilancia y alerta para llevar tranquilidad a la población. A través del Sernageomin se realizan reportes periódicos para avisar de forma sistemática a la población.
Recientemente, gracias a la organización de diferentes organismos de la red de monitoreo se desarrolló la muestra interactiva denominada “Araucanía: Conviviendo con Volcanes”. La instancia, de carácter gratuita en la Universidad de la Frontera, sirvió para poner a consideración de la ciudadanía mayor información con respecto al tema de la actividad volcánica en el país, algo que deja de manifiesto la importancia de la educación a la hora de una mayor prevención.
“Es primordial para nosotros difundir a través de los niños y niñas el trabajo que realizamos, en especial porque son ellos el canal para trasmitir estos conocimientos, los que los jóvenes replicarán en sus hogares”, expresó la jefa del Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur (OVDAS), Paola Peña, reproduce Sernageomin.
“Buscamos establecer una vinculación con los estudiantes y la realidad que se genera cuando un volcán hace erupción, brindándoles las herramientas necesarias para estar preparados ante un desastre natural”, aseguró, por su parte, uno de los geólogos del OVDAS.
Chile es un país acostumbrado a adaptarse contra las adversidades de la naturaleza. La presencia de volcanes es una señal de que su territorio “está vivo”, pero más aún su gente.
En esa línea, al ser consultado por La Tercera al respecto de que será lo que impresionará al papa Francisco cuando visite Chile en enero de 2018, el obispo auxiliar de Santiago monseñor Jorge Concha respondió lo siguiente:
“Yo creo que le pueden impresionar varias cosas, como la gran cantidad de hermanos migrantes; también le llamará la atención la capacidad de resiliencia que tiene el país; la capacidad de superar dificultades”.
Contra el espíritu que caracteriza a los chilenos no podrán volcanes ni supervolcanes. Eso sí, el estudio también representa un alivio y no solo para Chile, pues una erupción extraordinaria sería catastrófica también para otros lugares del mundo.