Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Solíamos comenzar nuestras reuniones semanales del equipo de líderes en la capilla de la adoración con unos 30 minutos de oraciones dedicadas a los feligreses. Ahora lo hacemos en la iglesia principal. Nos sentamos cada uno en una sección diferente y rezamos por los que se sientan en esa zona durante las misas. En mi opinión, esto hace que la oración sea mucho más personal.
También he asistido a las misas a las que normalmente no voy para poder conocer a las personas y poder conectar de una forma más íntima con aquellos feligreses por los que rezo.
Esta iniciativa es un gran ejemplo de lo que implica ser Iglesia: rezar como una comunidad, en comunión, levantar nuestros corazones hacia el Señor por aquellos que no conocemos y que no vemos, pero que comparten nuestro lazo con Cristo.
Ponlo en práctica la próxima vez que acudas a la iglesia. Piensa en todos aquellos que se han sentado en los bancos antes que tú y en los que lo harán después, incluso de aquí a varios años. Reza por y con todos ellos. Susurra un Ave María y pásalo.
¡Dedica tu oración!