Edward Harry, de 95 años, experimentó una importante mejoría en su depresión gracias a una magnífica idea de su cuidador
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Esta es la conmovedora historia de Sam y Ed. O lo que es lo mismo, el relato de cómo la música puede transformar a las personas. Sam Kinsella es un joven de Somerset (Reino Unido). Hace dos años comenzó a trabajar en una residencia de ancianos, Mellifont Abbey. Era el coordinador de actividades. Ed era uno de los mayores que tenía a su cargo. Tenía 93 años y padecía una demencia muy severa.
Sam recuerda que, a causa de la demencia, Ed padecía depresión. No se comunicaba con el staff ni con las visitas. A menudo golpeaba el suelo y gritaba auxilio o se mostraba angustiado. Para Sam resultaba triste ver que Ed ni siquiera era consciente de los gritos de auxilio que daba.
Un día, Sam le dijo a Ed que tocaba en una banda. Le respondió que él tocaba el piano y pareció que el hecho de que los dos fueran músicos los hizo de repente amigos.
Un viejo músico de jazz
El chico descargó entonces algunas composiciones clásicas y Ed, recuerda, “parecía feliz escuchando música de nuevo”. En una ocasión, al hablarle de “Georgia on My Mind” de Ray Charles , “vi que establecía una fuerte conexión y amor por la música de jazz”.
Sam sugirió contactar con un sobrino de Ed para conseguir un teclado y comenzó la transformación: “El staff se quedó deslumbrado al oírle tocar y su esposa comenzó a llorar conforme le afloraban los recuerdos”.
90 voluntarios en una semana
La conducta de Ed comenzó a cambiar aquella misma semana v a Sam se le ocurrió entonces poner un anuncio por si algún músico estaba interesado en tocar con Ed. “La respuesta -dice Sam- fue fantástica: cerca de 90 respuestas en una semana, incluso de gente del otro extremo del país. Y muchas personas nos deseaban suerte en la tarea de encontrar voluntarios”.
Por sorpresa, vio el anuncio un músico que había formado parte del grupo donde tocaba Ed. Decidió visitarlo y se ofreció para lo que fuera necesario.
“Su mirada era indescriptible”
En diciembre de 2015 Sam organizó un “bolo” en la residencia de ancianos. “Ninguno de nosotros se podía imaginar cómo iba a reaccionar Ed”, recuerda. Fue sentarse al piano y recuperar el vigor: “Su mirada era indescriptible y la felicidad regresó tanto para él como para su esposa. Fue una experiencia realmente emocionante para todos”.
Enriquece el cerebro y el espíritu humano
Para Sam, que en la actualidad vive profesionalmente del sector musical, “aquello me hizo ver el poder de la música al enriquecer el cerebro y el espíritu humano”. Por este motivo, “desde entonces hemos incluido la música más en la casa y en la vida diaria de Ed. Esto ha cambiado el ambiente y, lo más importante, ha cambiado totalmente su vida”.
Sam es hoy productor musical de varios grupos ingleses como Twin Atlantic o Void. Ayer manifestó a Aleteia que, tras la experiencia de la residencia en 2015 y 2016, ya no sigue trabajando allí pero está al corriente de cómo transcurre la vida de Ed. “Sigue viviendo en aquella casa y, gracias a sus notas, una señora llamada Joy también ha mejorado considerablemente. Está enamorada de la música y cuando Ed toca, ella canta e incluso llora de emoción”.