En conversación exclusiva con Aleteia, el párroco de la Iglesia Santa Rosa de Lima contó parte de los momentos de tensión y drama que se vivieron durante las exequias del joven futbolista Ender Peña
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Cuando estaba por comenzar un acto religioso en el populoso sector de la urbanización Rómulo Colmenares del estado Táchira, un grupo de personas disparó hacia el interior del templo. En él se alistaban para los actos fúnebres de un muchacho asesinado el domingo 30 de julio. Lo cuenta el padre Luis Chávez, quien debió mediar entre al menos tres grupos de encapuchados, para concluir la actividad sin un derramamiento de sangre mayor.
En conversación con Aleteia, el sacerdote explicó que la familia del joven Ender Peña le contactó el lunes de esta semana para que realizaran las exequias en el lugar donde el muchacho perdió la vida cuando protestaba contra el “fraude” Constituyente de Nicolás Maduro. No obstante, el presbítero explicó lo inapropiado de realizarlas allí, por lo que los familiares atendieron la sugerencia y decidieron llevarlas a cabo en el templo durante la mañana del martes 31 de julio.
La zona, ubicada en las cercanías de la avenida Rotaria, ha sido uno de los puntos más álgidos en materia de represión desde organismos de seguridad del Estado, y en cuanto a la visita de grupos armados afectos al régimen gubernamental, también conocidos como “colectivos”. Es también uno de los sitios donde ha estado más activa la “resistencia”, integrada en su mayoría por jóvenes, quienes se apoyan en la Constitución, por cuanto esta avala tanto las manifestaciones como la desobediencia civil.
“Estábamos por comenzar los actos fúnebres del muchacho, un joven prospecto deportista; y me encontraba ya en el altar mayor, cuando se formó una estampida, una avalancha de gente: había mujeres y hombres, pero sobre todo muchos niños. Y escuchamos una serie de disparos, por lo que permitimos a la gente que subiera hacia la Sacristía para resguardarse allí”, narra el sacerdote.
“Subí al segundo piso y pude observar desde la ventana a un grupo de agentes policiales y a gente de particular. También había motorizados vestidos de negro. El ambiente era de mucha tensión, así que salí rápidamente para ver qué ocurría e intentar mediar con la finalidad de llevar a cabo los actos religiosos”, agregó.
Efectivamente, se dio la mediación. El padre Luis Chávez se encontró con tres grupos, entre ellos presuntamente las personas que estaban disparando. “Pedí respeto y sobre todo consideración para que dejaran realizar las exequias, que hacemos para todos independientemente de su color o ideología política”. “Les recordé que se trataba de un acto estrictamente religioso y traté de bajar la fuerte tensión que se vivía en la zona”.
Una multitud estaba acompañando con sus oraciones. En ella se observó a gran cantidad de jóvenes con banderas del país y un significativo número de niños. En ese marco, “salí con mis ornamentos para pedirles que se calmaran y permitieran llevar a cabo la actividad. Todos estuvieron de acuerdo. Escucharon, fueron respetuosos y se retiraron”.
Al lugar llegaron comisiones de la policía municipal de San Cristóbal y de la policía nacional, algunos de los cuales permanecieron en el sitio y acompañaron a la feligresía hasta que se hizo el entierro del muchacho en el cementerio metropolitano de la ciudad.
“En un poste ubicado frente a la casa parroquial quedaron las evidencias del ‘amedrentamiento’ que intentaron los grupos armados durante el funeral”, indica el sacerdote al recordar que también acudieron “ocho funcionarios” del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), responsable este último de las experticias de rigor.
Había muchos motorizados. “También hablé con ellos. Les pedí tiempo, un marco de tiempo para realizar la actividad religiosa y que se hiciera el entierro. Insistí en pedir respeto y ellos accedieron”. No hubo más tiros, pero sí mucho miedo. Y aunque la mayoría no lo notó, las circunstancias forzaron el cambio de la actividad litúrgica prevista, pues no hubo misa, aunque sí se una celebración de la Palabra, con un responso.
En la celebración eclesial estaban dirigentes estudiantiles y universitarios. Uno de ellos fue Fernando Márquez, cuyas fotos alertando acerca de los “disparos de paramilitares” se hicieron virales. El también líder político y activista de Voluntad Popular le contó a Aleteia que “grupos indolentes oficialistas ya no respetan ni siquiera la casa de Dios”.
#Urgente nos atacan en la iglesia de la santa rosa en plena misa de Vender Peña, colectivos disparan sin importar que tenemos niños
— Fernando Márquez .°. (@Fernandojmm13) August 1, 2017
Asesinos de la dictadura no respetan el dolor de la familia de Ender Peña y manda sus colectivos a disparar en plena misa Sucios #Tachira
— Fernando Márquez .°. (@Fernandojmm13) August 1, 2017
Dijo que fue “un momento muy oscuro para toda la comunidad” y sostuvo que “nunca había visto una situación como ésa” en la cual resultara tan difícil realizar un sepelio. “Llevamos a Ender a la cancha, pues él era futbolista. Jugábamos fútbol años atrás, cuando niños; pero él se volvió famoso, pues ya era capitán del equipo sub 17 de la Lotería del Táchira”.
“Formaba parte de la resistencia. Formaba parte de los miles de jóvenes despiertos que luchan en Venezuela para lograr un cambio de rumbo positivo en el país. Ese fue su delito: trabajar por la libertad. Y no contentos con arrebatarle la vida, también pretendieron intimidar y sembrar miedo durante los actos fúnebres”, lamentó Márquez.
De acuerdo con el padre del joven Ender Peña, a su hijo “lo mató el CONAS”. Se refiere al Comando Nacional Antiextorsión y Secuestro, organismo cuyos funcionarios se han visto inmersos en múltiples denuncias por acciones de “represión e intimidación” en el país, en el marco de las protestas que desde hace más de 4 meses ocurren a diario en Venezuela.
Peña dijo a medios locales que se trata de “asesinos”, y los retó a que “vengan por mí”. Al fin y al cabo, agregó conmovido: “¡Ya qué me importa!”.
Ender es el segundo hijo que pierde este padre venezolano: el primero en medio del alto nivel de inseguridad que desde hace más de una década sufre la convulsionada nación sudamericana. A aquél intentaron robarlo y terminaron matándolo. Se quedó sin hijos, pero mantiene la esperanza de que pronto verá al país libre, como lo soñaron sus muchachos.
El sacerdote párroco informó del hecho al obispo de la Diócesis de San Cristóbal, monseñor Mario Moronta, quien se encuentra en La Grita con motivo de los preparativos para el día del patrono del Táchira, Santo Cristo, que tendrá lugar en la Ciudad del Espíritu Santo el 6 de agosto.
Desde ese lugar, hace menos de 48 horas emitió el prelado un mensaje en el cual ratificó el llamado de la Iglesia a las fuerzas armadas y al gobierno nacional para que desistan de la represión que mantiene un cada vez más alto número de muertes en el país.
“Clamamos a Dios que no deje que impere la muerte, y les exhorto a unirse en oración para suplicar que reinen la paz y la concordia en Venezuela”, agregó por su parte el párroco Luis Chávez, quien pidió al Señor “que nos mire con misericordia”; y a la comunidad internacional: “que se solidarice con sus hermanos ante el cruel drama que estamos viviendo”.