Queen of the South: ¿Narcos a lo femenino? No exactamente…

Otra serie sobre lo supuestamente irresistible que supone dedicarse al narcotráfico, esta vez, en femenino; por algo la televisión es ahora mujer

Todos los narcos acaban muertos.

O eso parece decirnos el inicio de Queen of the South. Y lleva ya dos temporadas. Nada que ver con la producción de 2011, que tenía a Kate del Castillo como protagonista. Esa ya la pueden olvidar. Esta que nos ocupa es ahora una nueva adaptación de la novela homónima publicada por Arturo Pérez-Reverte en 2002, y tiene a Alice Braga (Ciudad de Dios) como líder indiscutible de los episodios. La nueva era de las series tiene a la mujer como lugar de mando. Televisión se escribe en femenino: Scandal, Orange is the New Black, Homeland, Orphan Black, Veep, The Good Wife, The Fall, etc. etc. etc.

A la actual tendencia a presentar un personaje femenino poderoso o suficientemente empático, se le suma el hecho de que los dramas criminales a partir del narcotráfico se han vuelto mainstream, esto es: están de moda. Ahí están, por decir las más famosas, Narcos, El chapo, la recién estrenada Ozark o esa mítica y fundadora Breaking Bad. ¿Qué es Queen of the South? La suma entre una tendencia y la otra.

¿Estamos ante una nueva Narcos? No, aunque cuente el acceso de una mindundi al poder del narcotráfico. Y aunque cambie constantemente del español al inglés o viceversa. Y aunque parte de la trama se focalice en el mundo hispano. O aunque haya muchos ingredientes compartidos.

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Teresa Mendoza (Alice Braga), la protagonista, no es un personaje real, aunque bien podría parecerse a Sandra Ávila, la reina del narcotráfico mexicano. Aquí no hay narcotraficante real como modelo, sino literatura y mitificación del imperio criminal a partir de historias de redención, de amor y de familia. Los tarados y criminales nos gustan, sobre todo si creemos que se pueden salvar. Y Teresa es un antihéroe, un personaje de límite, incluso normal, que acabará gobernando un imperio. De mendiga a reina; de víctima a monstruo. La gracia del asunto es que toda la trama, tenga las temporadas que tenga, viene narrada en flashback a partir de una primera escena.

Estamos en el presente y de un disparado se derriba a Teresa Mendoza, la capo mexicana de la droga en Estados Unidos. La reina ha muerto, ¡viva la reina! Si es que ha muerto, claro. Que en el mundo de la televisión cualquiera tiene siete vidas. Inmediatamente después nos trasladamos al pasado para ver qué ha ocurrido.

Queen of the South cuenta el viaje iniciático, o la construcción del personaje de Teresa Mendoza, una víctima de la pobreza, una vendedora ilegal de la calle. La chica se enamora de Güero, un narcotraficante gringo. Trifulcas de la droga, este último parece morir, no sin dejar antes a Teresa la herencia de una libreta que contiene los negocios turbios de don Epifanio, el gobernador electo de Culiacán, México. Con un tesoro así, la cosa es huir o morir. Teresa escapará y buscará refugio en Estados Unidos.

Estamos en Dallas, y los negocios ya no pasan por el petróleo, sino por la cocaína. Ya no manda ese J.R. de antaño, y americano de pro, sino Camila Vargas, mexicana que por más inri es la mujer de don Epifanio. ¿Dónde irá a parar Teresa? Pues en las redes de Camila. Por suerte, esta está más que enfadada con su marido y quiere erigir desde suelo yanqui su propio cotarro de droga. Teresa pasará de cautiva a mula, y de mula a más en ese camino hasta la escena inicial. Por algo, Camila y Teresa coinciden en un envite común: arruinar a don Epifanio. Un lío, vaya.

Queen of the South es agilidad, ritmo frenético a lo 24, con mucha adrenalina, cambios de escenarios y esa necesaria incertidumbre en cada capítulo. Pasamos de América a México en una llamada, un mínimo giro, o por debajo de muros. Corrupción, droga, dinero, amor, celos, sexo, familia, mucha familia, etc. A partir de la historia de Camila y don Epifanio, el thriller criminal se convierte casi en drama familiar; y a partir de Teresa y sus amores, pasamos a un drama amoroso, con la droga y la violencia como escenario.

Sin embargo, esto no es Narcos. Y no por el narcotráfico, que está, sino por la falta de profundización del drama humano que hay detrás de la droga y el crimen, algo que sí estaba al hablar de Pablo Escobar. En este sentido estamos más cerca de esa banalidad de Scandal. Braga refuerza además la imagen del empoderamiento femenino como valor de por sí, sin que este indique nada existencial o antropológico. Hay poco más que poder y enamoramiento, sin llegar a profundizar en la tensión de ese mundo multicultural y desorientado que presenta.

El narcotráfico mata en México cada año a miles de personas, y lleva ya más que la suma de las guerras de Irak y Afganistán. Es una lástima que Queen of the South remitifique el negocio de las drogas sin profundizar esa herida que merma libertad. Todo el amor de Teresa Mendoza no es más que para sí y su camino o su resentimiento, un viaje a la mera supervivencia y glamur. Pero de la droga y el crimen solo se sale con un amor más grande que uno mismo. Y de este amor, nadie huye.