¿En tu relación de pareja hay libertad o hay dependencia?
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Un nudo encima de otro acaba liando todo – ¿y quién consigue desliar después? El amor necesita dos manos para enlazar, sin apretar – sólo envolver con cuidado y confianza, dejando al otro a su voluntad, libre y abrazado sin sentirse sofocado.
Con esta frase casi poética, quiero afirmar que es más favorable una relación-lazo, basado en la colaboración, en el envolvimiento, en la confianza y en la libertad, que los “anudados” en los que ya no hay individualidad, sino una confusión mental y sentimental sin principio ni fin.
Libertad es una palabra que tiene que estar presente, aún más en una relación. No confundas relación con prisión y con vivir la vida del otro, pues es valioso mantener tus idas y venidas, tus amistades, tu vida propia distinta de la de tu pareja. Nadie es dueño de nadie. El amor suma, no resta.
Leí recientemente un artículo de una chica que no quiere novios porque ama su libertad. Ahora bien, si la relación consiste en usurpar la libertad, ¡entonces quedémonos solteros para siempre! Nadie quiere perder sus movimientos porque quiera unirse a alguien en la vida.
Respetar el espacio del otro, dejarle desarrollarse como persona, y tener eso mismo a cambio, es el secreto de la unidad del matrimonio. Parece incluso una paradoja, pero es exactamente así como funciona. De lo contrario, se convierte en una relación de posesión, dependencia, cárcel y de un yugo emocional que es lo contrario del amor.
No hay necesidad de privar al otro de sus actividades, de sus hobbies y pasiones. La pareja que se ama y se vive bien, se apoya, se incentiva y no se limita. Creo que es triste ver esas parejas que sólo salen juntas, que no hacen nada por separado, que viven de obligaciones y permisos. Eso no es comunión, es miedo, es dependencia emocional. Es necesario sentido común y tolerancia.
Las relaciones deben vivir amores-lazo. Si aprietas mucho, ¡se convierte en nudo! Conocer dónde está el límite, aprender a desatarnos cuando es necesario y cómo enlazarnos marca la diferencia.
Siempre que elegimos estar con alguien, esta voluntad parte de una libre elección, por tanto, es desde este principio de donde la relación debe ser guiada, dentro del respeto y de la complicidad. Relación es unión, no fusión, y además no hay necesidad de encadenar las almas.
La individualidad es un bien precioso, perder eso es renunciar a quienes somos. De esta forma no hay encuentro, no hay reconocimiento del ser. Se pierde la espontaneidad, las pasiones, y al final, quedan dos extraños en una relación. Respetar la persona del otro es fundamental.
Eso significa amor incondicional. Amar a un ser libre, sin poseerle, sin depender de él; personas que están juntas por los lazos que las unen. Cuanta más libertad haya en la relación, más presos quedaremos en ella, por voluntad libre y espontánea.
(via Revista Pazes)