Aunque es miembro de la Compañía de Jesús, el papa argentino ha expresado su deseo de ver beatificado al autor de ‘Cartas provinciales’, temido crítico de los jesuitas en el siglo XVII
Durante su entrevista-conversación con Eugenio Scalfari en La Repubblica, el pasado 8 de julio de 2017, el papa Francisco valoró, por convicción personal, que el filósofo francés Blaise Pascal “merece la beatificación” y que preguntaría por su opinión al respecto a la Congregación para las Causas de los Santos.
En respuesta al deseo del periodista de que el autor de Pensamientos fuera beatificado, el sucesor de Pedro respondió: “Querido amigo, en este caso tiene usted perfecta razón: yo también creo que merece la beatificación”.
El pontífice añadió que se reserva la posibilidad de hacer lo necesario y de “pedir la opinión” a los órganos concernientes del Vaticano, es decir, la Congregación para las Causas de los Santos. Transmitiéndoles también, según añadió, “su convicción personal y positiva”.
Blaise Pascal (1623-1662), genio científico, filósofo y escritor clásico francés, tuvo una experiencia mística el 23 de noviembre de 1654, a la que denominó su “noche de fuego” y que le curó de sus deseos mundanos, según describiría más tarde.
Contra la hipocresía de la casuística
Entonces, se lanza en una polémica contra los jesuitas, en el contexto del debate del jansenismo en Francia: en unos escritos titulados Cartas provinciales, Pascal reprocha a los jesuitas su “casuística”, un razonamiento moral complejo que justifica, según él, unos comportamientos laxos. El mismo papa Francisco denunció en varias ocasiones esta casuística. El pasado febrero, en una homilía en Santa Marta, afirmó que “la lógica casuística es hipócrita”.
El actual pontífice también mostró su agrado por los escritos del padre Romano Guardini, autor de un libro sobre Pascal en 1935. Guardini cuenta en esta obra que, al final de su vida, tras habérsele denegado en un primer momento la Eucaristía y la extremaunción, Pascal pidió ser llevado entre los pobres, como miembros del Cuerpo de Cristo. Este gesto destaca, según Guardini, la conversión definitiva del orgullo de Pascal.