¿Es tan “simple” el mecanismo de un botijo?
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El botijo (boteja en Hispanoamérica) es uno de los grandes descubrimientos del hombre. Hablamos, para los que no lo conozcan, de un recipiente de barro cocido (normalmente arcilla) que está diseñado para conservar fresca el agua. Tiene un asa en su parte superior y dos o más orificios. Por el ancho (boca) es por el que se llena y por el pequeño (pitorro) es por el que se bebe.
Se encuentra en la cultura española desde tiempo inmemorial. Lo podemos encontrar en las culturas mesopotámicas y su esplendor se da en la Edad del Bronce en el Mediterráneo y en la Gracia helenística. Se trata de un elemento del cual no se conoce su inventor y pareciera que siempre estuvo con el ser humano. Siempre ha acompañado y ayudado para sobrellevar el calor.
El funcionamiento de un botijo es muy sencillo. Se llena, se espera y el agua se enfría “como por arte de magia”. Hay un dicho español que muestra de manera muy gráfica la dificultad de su funcionamiento: “Eres más sencillo que el mecanismo de un botijo”.
Esta ingeniosa frase hecha, dicha en muchas ocasiones, quizá no sea tan graciosa si intentamos comprender cómo es realmente su funcionamiento. Es más complejo de lo que parece. El agua almacenada se filtra por los poros de la arcilla. Al evaporarse el agua también elimina la energía térmica que se encuentra dentro del recipiente y se produce un enfriamiento (2,219 kilojulios por gramo de agua evaporada).
Se trata de un elemento de ingeniería molecular que los antiguos quizá no conocieran, pero si que tenían conciencia de sus efectos. Cuanta más energía se libera, es decir cuanto más caliente esta el agua al entrar más se va enfriando el líquido. Son las moléculas y el choque entre ellas lo que producirá el “enigmático” enfriamiento del interior.
A este mecanismo molecular hay que unirle un elemento climático. Se necesita un clima seco, una corriente seca que haga que el vapor de agua que va saliendo de la superficie arcillosa se vaya secando. En lugares secos de España el botijo puede llegar a conseguir que el agua descienda hasta 13 grados centígrados.
Dos investigadores españoles de la Universidad Politécnica de Madrid (Gabriel Pinto y José Ignacio Zubizarreta) estudiaron durante años el fenómenos físico y el mecanismo del botijo llegando a plantear ecuaciones muy complejas.
Han tenido que pasar muchos años para que el complejo mecanismo de un botijo sea explicado. El hombre con arcilla del suelo realizó hace tiempo inmemorial un elemento, un ingenio casi perfecto que permite el enfriamiento de los líquidos en su interior.
Pero…mucho antes, en el origen, también Dios realizó un instrumento perfecto con arcilla del suelo. Aún seguimos estudiando la fórmula de cómo pudo realizar este prodigio. Quizá nunca lleguemos a saberlo, sólo podemos disfrutar con sus efectos: “El Señor Dios modeló el ser humano con arcilla del suelo” (Génesis 2,7).