Hace 60 años la Iglesia también acompañó las luchas democráticas del pueblo venezolano
Durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez Venezuela vivió una época oscura. Por 10 años, y hasta 1958, gobernó con una élite militar que hoy calificaríamos “de derecha”. Era cruel con los opositores políticos que le hacían resistencia, pero el resto del país vivía en paz. “Si no te metías en política, la política no se metía contigo”, cuentan testigos.
Pero el poder es voraz y siempre quiere más. Al final terminan como todas las dictaduras, invadiendo espacios que asfixian a la sociedad completa y por eso caen.
Comparada con el ‘chavismo-madurismo’ era una dictablanda, dicen los que la padecieron y viven para contarlo. Al menos se edificaba infraestructura, había seguridad en las calles y no faltaba la comida ni las medicinas. El cuento hoy es otro.
Aún así, al dictador y su entorno les llegó la hora el 23 de enero de 1958 cuando, en la madrugada, la capital escuchó los motores de un avión bautizado por el pueblo como “la vaca sagrada” que se llevaba a medio gabinete fuera del país para siempre. Uno de sus ministros, al ver cumplidos los extremos para su propia seguridad, había aconsejado prudentemente al dictador: “Mi general, vámonos, que el pescuezo no retoña”. Es historia.
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