separateurCreated with Sketch.

¿Jesús derramó su sangre “por muchos” o “por todos”?

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Salvador Aragonés - publicado el 20/06/17
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

El biblista Pius-Ramón Tragán habla sobre las traducciones y el significado de las palabras eucarísticas de Jesús en la última cena

Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.


Deseo donar en 3 clics

El nuevo Misal editado recientemente por la Conferencia Episcopal Española suscita algunas cuestiones para muchos cristianos. En concreto la forma eucarística “sobre el cáliz” que en la edición anterior decía: “mi sangre derramada por vosotros y por todos los hombres” en el nuevo misal se lee: “mi sangre derramada por vosotros y por muchos”.

Al respecto nos hemos puesto en contacto con Pius-Ramón Tragán, O.S.B., monje del Monasterio de Montserrat y gran conocedor del mundo antiguo y de la Biblia. A continuación, la entrevista en exclusiva para Aleteia.

Padre Pius-Ramón, ¿cuál es el significado justo de este texto eucarístico? ¿Jesús ha derramado su sangre “por muchos” o “por todos”?

La pregunta es pertinente y no resulta sencillo de responder. Para mejor claridad conviene mencionar algunos antecedentes para situar el problema.

La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II estableció que la celebración litúrgica romana fuera traducida del latín en las diversas lenguas vigentes para ofrecer una participación activa de los fieles en el culto, especialmente en la Misa.

Para obtener una traducción fiel al texto original y al mismo tiempo adaptada a la cultura de los cristianos, trabajaron eficazmente exegetas y teólogos. En concreto establecieron la siguiente traducción de la fórmula eucarística en el misal español: “mi sangre derramada por vosotros y por todos los hombres”.

¿Por qué se ha modificado el texto en el nuevo Misal?

La Instrucción “Liturgiam autheticam”, aprobada por el papa Benedicto XVI en 2001, vuelve a insistir en la importancia del latín en la liturgia romana y propone corregir algunas expresiones del Misal postconciliar en castellano, en concreto la fórmula eucarística sobre el cáliz: “… mi sangre derramada por vosotros y por todos los hombres” considerada como interpretación y no como fiel traducción del original latino: “qui pro multis effundetur”, es decir para muchos. No para todos. 

El mismo Pontífice se dio cuenta que este principio de literalidad y el cambio que suponía en las palabras eucarísticas, podía causar desconcierto entre los fieles, ya que la muerte de Jesús sería solo para “muchos” y no para “todos”. 

Por este motivo, Benedicto XVI exhorta a los obispos y a los presbíteros a intensificar una catequesis que excluya la contradicción que puede aparecer entre los dos sentidos de la muerte de Jesús: para “muchos” y para “todos” y expliquen claramente que se trata de dos sentidos que no se excluyen sino que se completan.

¡Pero la lengua de Jesús no era el latín!

Ciertamente no era el griego ni en latín. Su lenguaje era el hebreo o arameo y, por tanto, para conocer el sentido original de sus palabras hay que referirse al sentido de su lengua semítica.

Los primeros discípulos que siguieron a Jesús y los primeros hebreos convertidos al cristianismo mantuvieron la fórmula pronunciada por Jesús en su lengua semítica celebrando la cena en memoria del Señor. 

La expansión del cristianismo entre los griegos hizo pronto necesaria una primera predicación del evangelio en griego. Algunos decenios más tarde, las cartas en griego de San Pablo y de cuatro evangelios son testimonio de la traducción escrita del Nuevo Testamento y representan una primera interpretación del original semítico. 

El Nuevo Testamento traducido más tarde del griego al latín, supone una segunda versión del texto original y, por tanto, el Evangelio traducido en las lenguas modernas supone tres estadios de interpretación cuando llega a las lenguas modernas.

¿Cuáles son las palabras eucarísticas que pronunció Jesús?

Según los filólogos, las palabras que están detrás del latín: “effundetur pro multis”, traducidas palabra por palabra en español por “derramada por muchos” corresponden a la expresión griega “polloi” que significa también “muchos”.

El evangelio de Marcos ofrece una variante significativa: la preposición “‘uper” precede al sustantivo “polloi” sugiere que la muerte de Jesús no es solo “por muchos” sino  “por una multitud”.  Hay que tener en cuenta, además, que el térmico griego “polloi”, traduce la palabra semítica “rabbiym” que indica “una gran multitud” e implica también la noción “todos”.

En todo caso, el sentido original de las palabras de Jesús no suponía ninguna contraposición entre “muchos” y “todos”.

Por razones filológicas, exegéticas y por motivos teológicos, la traducción del Misal postconciliar en lenguas modernas interpretó el significado de las palabras eucarísticas en su sentido genuino: “sangre derramada por todos”.

San Pablo, en efecto, en la primera carta a los Corintios, transmite la fórmula eucarística de la última cena de Jesús con la palabra griega “polloi”, “muchos”, pero en la misma carta afirma claramente que Jesús murió por todos.

¿Qué piensa usted personalmente sobre esta cuestión?

Por diversas razones, considero que la traducción aprobada por el Concilio Vaticano expresa con mayor exactitud y claridad el sentido de las palabras de Jesús en la última cena. Esto no significa que la opinión de traducir “pro multis” “para todos los hombres” sea una opinión personal o aislada, existen estudios recientes muy precisos sobre la conveniencia de mantener la expresión española “mi sangre derramada por todos” y no la expresión “mi sangre derramada por muchos”.

De todos modos la Conferencia Episcopal Española ha preferido modificar el texto aceptado por el Vaticano II. Se deberá acentuar la catequesis sobre los cambios del nuevo Misal, según la exhortación del papa Benedicto XVI.

 ¿Qué contacto tiene usted con la lengua semítica?

Para preparar los exámenes de licencia en Ciencias Bíblicas en la Pontificia Comisión Bíblica pasé tres años en Jerusalén estudiando hebreo clásico, en l’École Biblique y el hebreo moderno en un Ulpán. Dejé Jerusalén después de la guerra de seis días en 1967. Seguí mis estudios bíblicos en Estrasburgo hasta el doctorado y también estudié el siríaco.

Más tarde ejercí como profesor en el Pontificio Ateneo San Anselmo en Roma, dedicando mi investigación y docencia en el Nuevo Testamento, durante 25 años.

He vuelto a visitar varias veces la tierra de Israel, de Jordania y de Siria antes de los desastres de los conflictos actuales. Pude darme cuenta, no obstante, de la dificultad enorme que supone llegar a una paz duradera entre los israelitas y los árabes y equilibrar tan diversas tendencias religiosas y pretensiones de poder.

 

El P. Tragán es actualmente director del Scriptorium Biblicum et Orientale de la Abadía de Montserrat, dedicado al estudio de las Sagradas Escrituras, a la investigación de la historia y la cultura del Oriente Medio y a la catalogación de las piezas arqueológicas procedentes de Mesopotamia, Egipto y Palestina que se encuentran en el Museo. 

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Aleteia vive gracias a sus donaciones

Permítenos continuar nuestra misión de compartir información cristiana y bellas historias apoyándonos.