Chile y un nuevo marco normativo a favor de los recicladores de base “Yo soy reciclador”. Eso dice un cartel que luce con orgullo Orlando Castañeda, un hombre chileno de 73 años que desde hace siete decidió emprender un pequeño negocio en el mundo del reciclaje. Orlando ha participado del proyecto de Reciclaje Inclusivo Comunal (RIC) desarrollado en diversas localidades chilenas.
Gracias a una serie de capacitaciones Orlando logró transformarse en administrador de una zona de reciclaje en la municipalidad Quinta Normal. Su ejemplo fue puesto a consideración por la Fundación Basura con motivo del Día Mundial de Reciclador de Base celebrado el 1 de marzo.
Pero, ¿qué es lo que hace tan importante tanto el trabajo de Orlando como el del resto de los recicladores? Recolectar, seleccionar, recuperar, comercializar y reutilizar residuos. Estas son las tareas principales que realizar un reciclador de base o también reconocido como recuperador primario. Estas personas son el eslabón primario de la cadena de reciclaje y representan un verdadero pilar de la gestión medioambiental.
“Si queremos tener buenos sistemas de gestión de residuos vinculados a la reciclabilidad de algunos productos es necesario formalizarlos, reconocerlos, incorporarlos a los sistemas de gestión, que estos mismos si quieren tener determinadas características, cuenten con los recicladores de base”, expresó el ministro de Medio Ambiente de Chile, Pablo Badenier, cuando a comienzos de este año se desarrolló una capacitación para los recicladores de base.
Es que gracias a dos leyes aprobadas en el año 2016, un nuevo marco normativo en Chile permite que unas 60.000 personas que viven actualmente del reciclaje, según algunas cifras estimativas, puedan reinsertarse socialmente. Al mismo tiempo, se prevé que más de 180.000 personas en Chile sean beneficiadas por la nueva política.
Por un lado, la Ley de Fomento al Reciclaje, que marca pautas sobre la responsabilidad de productores o importadores en cuanto a diversos “productos prioritarios” sobre los cuales tienen responsabilidad una vez que terminan su vida útil. Gracias a esta normativa los recicladores adquieren un nuevo estatus en cuanto a ser reconocidos como gestores de residuos, con la obligación de registrarse y certificarse en el marco del Sistema de Certificación de Competencias Laborales.
Por otro, la puesta en marcha de la Política de Inclusión de Recicladores 2016-2020, que pretende “impulsar la inclusión social, económica y ambiental de los recicladores de base en la gestión ambientalmente adecuada de residuos”, tal cual queda explicitado en la exposición de objetivos de la ley.
Para ello fue fundamental el respaldo diversas organizaciones como el Movimiento Nacional de Recicladores de Chile, además de la Fundación Chile Sustentable y incluso otras como la Fundación Avina, que ha trabajado de forma activa en el tema y que desarrolla acciones sin cesar a favor de una mejor gestión de residuos en América Latina.
Por esto y mucho más, el trabajo de los recicladores de base, como el de Orlando, es más que necesario para cualquier país. Cuidarlos y ayudarlos, empoderarlos es también una manera de pensar en grande en pos de sociedades más limpias y saludables.