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¿Cuál es la medicina para cambiar a una persona infeliz? Responde Papa Francisco 

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 14/06/17

En la audiencia general, el Pontífice denunció el infierno interior de esperar siempre la aprobación de los demás y la esclavitud de creer que todo debe ser merecido. Pero, ha enseñado como encontrar esperanza…

¿Cuál es la medicina para cambiar el corazón de una persona infeliz?, preguntó el Papa Francisco a los 15.000 fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la audiencia general del miércoles 14 de junio.

“¡El amor!”, se escuchó en coro. “¡Bravos, bravos todos!”, exclamó con una sonrisa al tiempo de aplausos de una multitud alegre entre banderas, el calor del verano y mucha luz solar.

Francisco enseñó que no se necesita ser atractivos, tener la atención de los demás, o tener su aprobación para ser felices y predicó sobre cómo la certeza de la esperanza se funda en que somos hijos amados de Dios. “Nadie puede vivir sin amor”. 

En cierto modo, manifestó que “detrás de muchas reacciones de odio y violencia se esconde un gran vacío interior, un corazón que no ha sido amado verdaderamente”.

Aquí, el Papa es concreto y habla de los adolescentes y los niños tachados de malos por actos de violencia y vandalismo. Manifestaciones de una profunda falta de amor. “Amor llama amor” dijo e invitó a robar una sonrisa a los más tristes.

El Pontífice que ayer lanzó su mensaje para la Jornada Mundial por los Pobres, hoy señaló otra pobreza de nuestro tiempo: la pobreza del corazón que no sonríe y que no se siente amado.

Amor llama amor 

Entonces, ¿cómo se hace para escuchar a la persona que uno ama? “Primero que todo se necesita abrazarla. Hacerla sentir deseada, que es importante, y dejará de ser triste. Amor llama a amor de la manera más fuerte de lo que hace el odio que llama a la muerte”.

“Jesús no murió y resucitó para sí mismo, sino por nosotros para que nuestros pecados sean perdonados. Por lo tanto, es tiempo de resurrección para todos: Tiempo para levantar a los pobres del desanimo”.

La infelicidad es una tumba en vida 

El Papa instó a mirar a los ojos, sonreír y donar amor para sacar de la tristeza a los demás.

El Obispo de Roma pidió amor para las personas infelices, tristes, abrumadas que están en una tumba en vida desde tiempo, más de los tres días que la tradición indica como el tiempo de la resurrección de Jesús.

“Sopla aquí, en nuestras caras, un viento de liberación. Brota aquí el don de la esperanza”, expresó.

“Y la esperanza, es la esperanza de Dios Padre, que nos ama como nosotros somos. Nos ama siempre: buenos o malos. ¿De acuerdo?, dijo al final de la catequesis. “¡Gracias!”.

¿Para ser felices se necesita ser fuertes y atractivos? 

Al inicio de la catequesis, afirmó que nadie puede vivir sin amor. “Y una mala esclavitud en la que podemos caer es creer que el amor debe ser merecido”.

“Tal vez la mayor parte de la angustia humana contemporánea surge de esto: creer que si no somos fuertes, atractivos y bellos, entonces nadie se fijará en nosotros”.

Así que muchas personas hoy están buscando la visibilidad sólo para llenar un vacío interior: como si fuéramos eternamente en necesidad de aprobación.

Pero ¿se imaginan un mundo donde todos mendigan razones para despertar la atención de los demás, y nadie está dispuesto a querer gratuitamente a otra persona. ¿Se imaginan un mundo así?”

El Papa sin medias palabras dijo que esa realidad es “un infierno” y exhortó a amar gratis.

Mucho del narcisismo del hombre nace de un sentimiento de soledad y orfandad” . Llamar a la persona por nombre. “El amor siempre llama por nombre”.

De ahí, la explicación de tantos comportamientos aparentemente inexplicables. “¿Puedo no merecer ser llamado por nombre?”

La falta de amor podría explicar la violencia en los adolescentes, explicó el Papa que también enseño psicología en sus tiempos de maestro.

“Cuando a no ser o no sentirse amado es un adolescente, entonces puede nacer la violencia. Detrás de muchas formas de odio social y de vandalismo a menudo hay un corazón que no fue reconocido”, sostuvo.

El Papa luego insistió en no estigmatizar a los niños que sufren la falta de amor y de cariño. Y ninguna persona.

“No hay niños malos, ya que no existen adolescentes en fondo malvados, pero hay gente infeliz”.

Mirar a los ojos, robar una sonrisa 

¿Qué hace feliz? Súbito indicó que la experiencia del amor nos hace felices. “El amor dado y recibido”.

“La vida del ser humano es un intercambio de miradas: alguien que mira hacía nosotros nos arranca la primera sonrisa, y nosotros que sonreímos de forma gratuita al que está cerrado en la tristeza, y así le abrimos un camino de salida”.

Amar primero

Tener “un amor preventivo”, que “anticipa”, e “incondicional”. “Dios ama primero”. Es decir, dar siempre el primer paso para amar. “Dios no nos ama porque en nosotros haya alguna razón que despierte el amor”.

“Dios nos ama porque Él mismo es amor, y el amor tiende por su naturaleza a extenderse, a entregarse”. Dios no liga “su benevolencia a nuestra conversión”.  En todo caso, esto “es una consecuencia del amor de Dios”.

Luego el Papa cita a San Pablo: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Rm 5,8).

Asimismo, citó la parábola del hijo pródigo para indicar que un Padre siempre espera, Dios siempre nos espera: “Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó”.

Dios ama como una madre y un padre 

¿Quien de nosotros ama de esta forma, sino una madre o un padre?, preguntó.

El papa Francisco recordó a una mujer de su diócesis en Buenos Aires que hacía la fila para entrar a una cárcel para ilustrar el amor incondicional de Dios.

“Tantas mamás que hacían la fila, y no se avergonzaban. El hijo estaba en la cárcel. Pero era su hijo. Sufrían tantas humillaciones en las requisas antes de entrar (en la cárcel): ‘¡Es mi hijo! – ¡Pero señora su hijo es un delincuente- ‘¡Es mi hijo! – respondía”.

“Una madre no pide la cancelación de la justicia humana, porque cada error exige una redención, pero una madre no deja nunca de sufrir por el propio hijo. Lo ama también cuando es pecador”.

Por ello, aseguró que Dios hace lo mismo con nosotros: “¡Somos sus hijos amados!”.

En otro momento, Francisco saludó a los enfermos protegidos del calor del verano en Roma y que seguían en pantalla grande la señal televisiva de la audiencia general en el aula Pablo VI.“Estamos en conexión gracias al Espíritu Santo”.

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