Una buena comunicación puede marcar la diferenciaA mi padre o mi esposo, mi hermano o mi mejor amigo, le han detectado un tumor en fase avanzada, y los próximos meses van a ser decisivos. ¿Se lo digo? ¿Tengo que decirle todo? ¿No es mejor que esté “tranquilo” y que no piense en lo que puede pasar? ¿No “sufrirá menos” si no sabe que puede morirse?
El ser humano es asombroso: tiene la capacidad de readaptarse constantemente en la vida. Por eso sobrevivimos incluso a las noticias más dolorosas, somos capaces de sobreponernos a las situaciones más adversas. Pero por el otro lado, la falta de motivación para vivir o la no aceptación de la propia enfermedad puede precipitar un empeoramiento de la salud.
¿Por qué sucede esto? Porque la salud física esta muy relacionada con la salud psicológica, con el estado emocional que se vive, con la confianza con la que el enfermo enfrenta su situación clínica. Por eso, ante el temor de que un enfermo pueda “hundirse” si sabe que tiene un mal diagnóstico, algunos familiares prefieren, equivocada aunque comprensiblemente, ocultarle su verdadero estado de salud.
La clave está, no tanto en decir a un enfermo la verdad de su estado, sino cómo decirla y cómo acompañarle en ese duro momento. Una de las cualidades de los profesionales de la Medicina debe ser – y para eso se les forma – la de comunicar a los pacientes de la manera más conveniente las noticias sobre enfermedades graves que se les han diagnosticado.
Una buena comunicación es clave
Un médico que encuentra el modo más conveniente para comunicar incluso noticias graves y muy comprometidas, deja al enfermo la posibilidad de asimilar su situación y reaccionar de la manera más positiva y resiliente. Una comunicacion equivocada en su contenido y en su forma puede tener implicaciones muy comprometidas.
Un enfermo que es bien informado y acompañado, está en mejores condiciones para dar una respuesta positiva, y esto tiene implicaciones muy concretas en la evolución de la enfermedad. No se trata solo del llamado “efecto placebo”. Es algo mucho más importante: puede marcar la diferencia entre “abandonarse” a la enfermedad, o por el contrario, luchar por superarla o, al menos, por gestionar de forma positiva y activa el tiempo que quede de vida.
Algunos consejos concretos que manejan los profesionales de la salud para la comunicar una mala noticia a un paciente, también pueden ser útiles para los propios familiares. Son:
- Buscar el momento y lugar más oportuno para dar la noticia. En la comunicación es determinante el momento emocional que vive la persona que nos escucha. No por decir antes las cosas resolvemos los problemas. De igual manera, es importante el lugar donde lo comunicamos. Las noticias que implican sufrimiento requieren mayor atención en estos aspectos: Hay que buscar un lugar silencioso, limpio, acogedor, donde la persona tenga su momento para reaccionar y reflexionar con la mejor disposición.
- En el caso de los familiares, es muy importante ofrecer compañía al enfermo en ese momento, pero también respetar su deseo de estar solo al recibir las noticias sobre su estado de salud.
- Entablar un diálogo con el enfermo, interesarse por su estado físico y emocional. Este diálogo es muy importante para averiguar cuánto sabe o intuye ya sobre lo que le está sucediendo, y guiará al médico o al familiar para encontrar la mejor manera de comunicarle las noticias.
- Decir la verdad de manera equilibrada. No hay que ocultar el estado clínico que vive el paciente, pero tampoco es conveniente detallar todos los procesos de protocolo que va a tener que vivir, y mucho menos usar frases que nieguen la posibilidad de una mejoría (en el caso en que sea posible).
- Encontrar qué es lo que quiere saber el enfermo, y responder a sus inquietudes. Quizás lo que le preocupa es qué fases va a vivir, o las posibilidades de curación, o si va a perder movilidad… O quizás necesita ir digiriendo la noticia poco a poco, y es mejor darle la información en “pequeñas cápsulas”.
- Responder a sus sentimientos. Esta fase es crucial: la cercanía, el apoyo, la comprensión son vitales. También, respetar sus deseos de privacidad respecto a su familia.
- En caso de enfermedades terminales hay que tener un tacto aun mayor, pues los pacientes muchas veces ya saben que su situación no tiene solución, y lo que más aprecian es la empatía y comprensión por parte de los que tienen una responsabilidad clínica sobre su vida. En esos momentos todo es importante: el tono de voz, la calma en las frases y el tipo de palabras que usamos, el lenguaje no verbal etc.
- Planificar con él el proceso terapéutico (en el caso de un médico), y tener presentes también sus necesidades emocionales y espirituales: instarle a que no viva el proceso solo sino que busque una red de apoyo, exponerle los pros y los contras de cada paso y/o terapia, planificar objetivos y plazos, etc. Es importante también ofrecerle ayuda psicológica y, sobre todo, espiritual, si la acepta.
La psicología enseña que la capacidad de adaptación del ser humano es realmente infinita. Podemos siempre sobrevivir a los dolores más grandes e inimaginables. Es un recurso que todas las personas tienen, incluso sin ser conscientes de ello.
Lo importante es la calidad de la vida y la actitud emocional con la que se viven estos cambios, sean temporales o definitivos. Por ello, hay que reconocer que la psicología tiene un gran poder de ayuda a las personas, pero también que la dimensión espiritual, para quien puede gozar de ella, es un camino que supera todos los recursos humanos.
Artículo realizado en colaboración con Javier Fiz Pérez, Psicologo, Profesor de Psicología en la Universidad Europea de Roma, delegado para el Desarrollo Cientifico Internacional y responsable del Área de Desarrollo Científico del Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP).