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Los “atenuantes” del intento de degollar al padre Machorro

Attack

Un hombre intentó degollar a un sacerdote en la catedral de México

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Jaime Septién - publicado el 28/05/17
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Psicótico, adicto a los videojuegos y miembro de los templarios…

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La justicia mexicana –cuando se trata de asesinatos o intentos de asesinatos contra sacerdotes—suele buscarle “tres pies al gato”. En otras palabras, suele “filtrar” alguna sospecha o algún atenuante que indique o que el “padrecito” andaba en malos pasos o que el “presunto responsable” no estaba en sus cabales cuando ocurrió el hecho que se le imputa.

El último reporte de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ-CDMX) sobre el agresor del sacerdote Miguel Ángel Machorro, Juan René Silva Martínez, es que éste tiene un trastorno psicótico y es adicto a videojuegos de muerte, por lo que, hasta el momento, ha sido declarado inimputable del intento de degollar al sacerdote cuando terminaba Misa de 6 de la tarde en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.

Desde luego, este dictamen junto con la ironía de llamar a declarar al padre Machorro –quien sigue en estado grave en un hospital de la Ciudad de México—han desatado la repulsa de la arquidiócesis primada de México, quien ha dicho que si bien la Iglesia católica perdona (en este caso a Juan René Silva Martínez), también lo es que exige justicia.

Esta persona, que en principio dijo ser estadounidense y luego francés, resultando ser mexicano (nativo de San Luis Potosí donde estudió Diseño Urbano y luego en el Centro de Educación Musical Hermes), advirtió la Procuraduría, es “adicto al videojuego Assassin’s Creed, y debido a su trastorno psicótico, no es capaz de distinguir la fantasía de la realidad”.

Más aún, según el dictamen de la autoridad judicial de Ciudad de México, Silva Martínez trae un tatuaje en su pecho en la que dice pertenecer a la multinacional ficticia Abstergo Industries, que según el videojuego Assassin’s Creed, fue creada por Templarios para controlar el mundo, y para ello es imprescindible asesinar a sus enemigos de la Orden Secreta de Hasshashin.

Todo este revoltijo, aunado a que –en sus declaraciones ministeriales que fueron grabadas por ley— Silva Martínez “explicó” a sus interrogadores que después dará a conocer el motivo por el que apuñaló al presbítero Miguel Ángel Machorro, han hecho que la PGJ-CDMX determine que “no se dio cuenta” de que estaba tratando de degollar a un sacerdote, al cual le infirió tres puñaladas, una de ellas, claro, sin darse cuenta, en la yugular.

Otra muestra de la insania mental de Silva Martínez es que “subrayó” que solamente tenía tres días para hacer lo que hizo y que necesitaba hablar con el presidente de México, Enrique Peña Nieto, con la reina de España y con el Papa Francisco.

Fuente: LA CROIX.

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