Estar “en misión” ayuda a superar los riesgos de limitarse a sobrevivir y a superar la rígida autodefensaEl papa Francisco instó a abandonar “el cómodo criterio del ‘siempre se ha hecho así’. No vale”. Invitó a actuar con audacia, creatividad y a repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores” de las propias comunidades.
Lo reitero durante la audiencia a las participantes al XII Capitulo General de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (Don Orione) en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico del Vaticano este viernes 26 de mayo de 2017.
Al misionero se le solicita de ser una persona dispuesta a “servir, donarse y salir de sí mismo, caminar y sembrar”, expresó ante el grupo de religiosas del instituto fundado por san Luis Orione.
“Hermanas, sean misioneras sin fronteras. A todos, especialmente a los pobres en los cuales están llamadas a reconocer la carne de Cristo, llévenles la alegría del Evangelio que es Jesús mismo”, instó Francisco.
En este contexto, exhortó a mostrar a todos “la belleza del amor de Dios que se manifiesta en el rostro misericordioso de Cristo. Con esta belleza, llenen el corazón de todas las personas que encuentren”.
“Déjense provocar por el grito de ayuda de tantas situaciones de dolor y de sufrimiento. Como profetas de la misericordia, anuncien el perdón y el abrazo del Padre, fuente de alegría, de serenidad y de paz. Junto a los demás institutos fundados por el Padre Orione, formen una familia”.
De esta forma, recordó que “nadie en la Iglesia camina ‘solitario’. Cultiven entre ustedes el espíritu del encuentro y el espíritu de familia y de cooperación”, aseguró.
El Sucesor de Pedro recomendó que el misionero sea una “persona libre” de “toda zozobra y cadena; una persona que vive sin nada suyo, solo para el Señor y el Evangelio; una persona que vive en camino constante de conversión personal y trabaja sin cansancio por la conversión pastoral”.
Además, explicó que el misionero es una persona en la que vive el Espíritu Santo y por ello dócil. “Es el espíritu que recuerda a los discípulos todo lo que Jesús ha dicho” (Jn 14,16), que testimonia a Jesús y conduce a los discípulos a ser testigos.
El misionero tiene una espiritualidad basada en la palabra de Dios, en Cristo, en la liturgia. Una espiritualidad holística que incluye y no excluye. Además, solicita al misionero a que sea un “profeta de la misericordia”.
Al final, el Pontífice solicitó mirar como ejemplo el icono de la Visitación. “Como la Virgen María, ponerse en camino a toda prisa – pero no con la prisa del mundo, sino la de Dios – y en la plena alegría que vive en su corazón canten el magnificat”.
“Canten el amor de Dios por cada criatura. Anuncien a los hombres y a las mujeres de hoy que Dios es amor y puede llenar de significado el corazón de quien lo busca y se deja encontrar por Él”.
El Sucesor de Pedro agradeció a las religiosas “a nombre de la Iglesia”, la misión que realizan a favor de “tantos pobres, en modo especial mujeres y niños, y de los tantos enfermos físicos y psíquicos que asisten”.
Las religiosas está llevando a cabo en Roma su Capitulo General sobre el tema “Donarse todas a Dios para ser todas del prójimo: discípulas misioneras, testigos alegres de la caridad en las periferias del mundo”.
En otro momento, les agradeció “por su labor apostólica en las diversas actividades de pastoral juvenil, en las escuelas, en las casas para ancianos, en los pequeños ‘Cottolengos’, en las catequesis y en los oratorios, con las nuevas pobrezas y en todos aquellos lugares en los cuales las ha puesto la Divina Providencia”.
San Luis Orione fue un sacerdote que dedicó su vida a servir a Dios en los humildes, en los más pobres y desposeídos. “Sólo la caridad salvará al mundo”, decía. El 29 de junio de 1915, Don Orione funda la congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, y abre el primer Pequeño Cottolengo en Ameno (Italia).
Bergoglio ya conocía la obra, además porque las hermanas tienen misiones en Argentina. En 1922, Don Orieone visita esas tierras e inaugura en Victoria la primera casa en Argentina, y así, con el tiempo, en varios países de América Latina.