Llevar un estilo de vida sencillo, despojándonos de la sociedad y de cosas materiales puede, a veces, parecer un poco radical. Los místicos cristianos a menudo viven al margen de la sociedad, alcanzando una vida plena.
A continuación cinco lecciones beneficiosas para cualquier familia:
1vivir sencillamente es gratificante
Después un encuentro con un leproso durante uno de sus viajes, Francisco de Asís decidió regalar sus bienes. Como Francisco, muchos místicos cristianos son más bien radicales en su enfoque de la sencillez. Estudiar su vida de cerca nos anima a vivir más sencillamente.
No es fácil despojarte de algunos objetos que parecían esenciales en tu vida pero, paradójicamente, encuentras más satisfacción teniendo menos cosas materiales.
Cada vez más personas sostienen que un estilo de vida más sencillo ha tenido un impacto positivo en el ambiente, en la salud emocional y, además, en todas las personas que viven en pobreza.
La tendencia actual es tener un estilo de vida menos lleno de cosas superficiales. Pero vivir sencillamente no implica por fuerza vivir en una barranca sin electricidad. Hay diferentes maneras de simplificar la vida.
Por ejemplo, reducir el uso de redes sociales, que además implica el uso del celular, así como de la computadora, entre otros dispositivos electrónicos.
Hay muchas actividades positivas que hacer, como cuidar del jardín con los hijos, para que puedan jugar al aire libre y explorar, juegos de mesa, entre muchas otras actividades.
2aceptar el sufrimiento como lección de humildad
Muchos místicos, como Margery Kempe o Juliana de Norwich, vivieron momentos de dificultad. También los místicos más devotos tuvieron periodos de dudas o días oscuros, y sufrieron tanto psicológica como físicamente.
En momentos de crisis y de sufrimiento, siempre es bueno recurrir a las lecturas de estos santos místicos que nos ayudan a abrazar nuestras adversidades y a darles propósito.
Se necesita valor para admitir que se necesita ayuda. Sufrir puede ser una verdadera lección de humildad, y nos permite compartir el sufrimiento de los demás.
3acoger a las personas con sinceridad
Muchos místicos practicaban la hospitalidad radical o, como dice el escritor David Janzen, "la hospitalidad ofrecida a quienes no podían corresponder con nada". Los místicos era muy hospitalarios: no dejaban nunca de acoger a las personas en su propia casa, en los conventos o en los monasterios, y ofrecer sus servicios a las personas marginadas de la sociedad.
La hospitalidad es mucho más que una buena comida: se trata de compartir con autenticidad nuestros pequeños hábitos cotidianos.
4encontrar la manera de consagrarse a los demás
Como san Francisco, muchos místicos han regalado todo lo que tenían. Catalina de Siena se ofreció como voluntaria para entrar en una orden religiosa a los dieciséis años. Militó muy joven, se despojó de todos sus bienes y condujo una vida ascética. Catalina dedicó su vida a ayudar a los demás, como otros hicieron antes y después de ella.
No es fácil conjugar trabajo y vida familiar, pero al final de cuentas eso no debe necesariamente trastornar nuestros hábitos. A veces, nuestra generosidad puede expresarse de manera banal en nuestra vida cotidiana.
5tiempo para meditar
Hay algo que los místicos tienen en común: su dedicación a la oración. Muchos de ellos vivían aislados y consagraban su día a la oración y al silencio.
Thomas Merton, monje y místico del siglo XX, escribió muchas obras a propósito de la soledad y la oración contemplativa. Estaba convencido de que, gracias a la oración, se nos da la posibilidad de ver las cosas con una mirada nueva.
"La oración no nos esconde el mundo, sino que transforma la visión que tenemos de él. La oración nos permite ver a todos los hombres, y toda la historia de la humanidad, a la luz de Dios".
La meditación puede ayudar a los papás súper ocupados a gestionar de manera más sana esta rutina desenfrenada.
No se trata únicamente de estar solos en una habitación. La soledad implica hacer el esfuerzo de sacar tiempo para la oración, o la meditación. Son suficientes de 10 a 20 minutos al día. Por lo demás, muchos estudios afirman que la oración y la meditación son esenciales para la salud mental y física.
Entonces, ¿cómo encontrar tiempo para meditar? Al principio será necesario sacrificar algunos minutos de sueño y del tiempo que se pasa en Internet. Y probablemente no será fácil encontrar a quien se ocupe de los niños mientras tanto.