Buscar los huevos escondidos simboliza la búsqueda de todo cristiano de Cristo resucitadoEl conejo, como símbolo de Pascua, parece tener sus orígenes en Alemania donde es mencionado por primera vez en unos textos del siglo XVI. Los primeros conejos comestibles se fabricaron en Alemania en el siglo XIX, de pastelería y azúcar.
El conejo de Pascua no es un invento moderno. Tiene su origen en las celebraciones anglo-sajonas pre-cristianas. El conejo, un animal muy fértil, era el símbolo terrenal de la diosa Eastre, a quien se le dedicaba el mes de abril.
El conejo de Pascua fue introducido en EE.UU. por los inmigrantes alemanes que llegaron al Pennsylvania Dutch Country durante el siglo XVIII. La llegada del “Oschter Haws” se consideraba uno de los grandes placeres de la infancia, equivalente a una visita de Papá Noel en Nochebuena. Los niños creían que si se portaban bien, el “Oschter Haws” pondría huevos de colores.
Los niños construían nidos en lugares apartados o escondidos de la casa, el granero o el jardín para que pusiera sus huevos el conejito. Más tarde empezaría la tradición de construir elaboradas cestas para poner los huevos.
Leyenda del “conejo de Pascua”
Cuenta esta leyenda que, cuando metieron a Jesús al sepulcro que les había dado José de Arimatea, dentro de la cueva había un conejo escondido, que muy asustado veía cómo toda la gente entraba, lloraba y estaba triste porque Jesús había muerto.
El conejo se quedó ahí viendo el cuerpo de Jesús cuando pusieron la piedra que cerraba la entrada y lo veía y lo veía preguntándose quién sería ese Señor a quien querían tanto todas las personas.
Así pasó mucho rato, viéndolo; pasó todo un día y toda una noche, cuando de pronto, el conejo vio algo sorprendente: Jesús se levantó y dobló las sábanas con las que lo habían envuelto. Un ángel quitó la piedra que tapaba la entrada y Jesús salió de la cueva ¡más vivo que nunca!
El conejo comprendió que Jesús era el Hijo de Dios y decidió que tenía que avisar al mundo y a todas las personas que lloraban, que ya no tenían que estar tristes porque Jesús había resucitado.
Como los conejos no pueden hablar, se le ocurrió que si les llevaba un huevo pintado, ellos entenderían el mensaje de vida y alegría y así lo hizo.
Desde entonces, cuenta la leyenda, el conejo sale cada Domingo de Pascua a dejar huevos de colores en todas las casas para recordar al mundo que Jesús resucitó y hay que vivir alegres.
Cuando Jesús se fue al cielo después de resucitar, los primeros cristianos fijaron una época del año, la Cuaresma, cuarenta días antes de la fiesta de Pascua, en la que todos los cristianos debían hacer sacrificios para limpiar su alma. Uno de estos sacrificios era no comer huevo durante la Cuaresma. Entonces, el día de Pascua, salían de sus casas con canastas de huevos para regalar a los demás cristianos. Todos se ponían muy contentos, pues con los huevos recordaban que estaban festejando la Pascua, la Resurrección de Jesús.
Uno de estos primeros cristianos se acordó un día de Pascua de lo que hacían los egipcios y se le ocurrió pintar los huevos que iba a regalar. A los demás cristianos les encantó la idea y la imitaron. Desde entonces, se regalan huevos de colores en Pascua para recordar que Jesús resucitó.
Poco a poco, otros cristianos tuvieron nuevas ideas, como hacer huevos de chocolate y de dulce para regalar en Pascua. Son esos los que regalamos hoy en día.
La costumbre más extendida alrededor del mundo, para celebrar la Pascua, es la regalar huevos de dulce o chocolate a los niños y a los amigos.
A veces, ambas tradiciones se combinan y así, el buscar los huevos escondidos simboliza la búsqueda de todo cristiano de Cristo resucitado.
Artículo originalmente publicado por encuentra.com